XXI Edición

Curso 2024 - 2025

Alejandro Quintana

El salto al vacío 

Miguel Del Toro Pérez , 17 años

Colegio Fomento Tabladilla de Sevilla

La Prueba para el Acceso a la Universidad (PAU) es el primero de los grandes retos académicos al que nos enfrentamos los adolescentes. Estos exámenes están concentrados en tres días, que pueden llegar a definir cuál será nuestro futuro académico. En segundo de Bachillerato nos preparan para superarlos con la mejor nota posible, de modo que podamos asegurarnos una matrícula en la carrera que tenemos elegida.

Es cierto que los exámenes y los continuos simulacros que siembran el curso pueden llegar a abrumarnos. También que la prueba vaya a realizarse en una facultad universitaria, lejos del amparo del colegio donde hemos crecido y tenemos cierta “seguridad”, lo que añade un reto extra a esos días en los que los nervios prometen estar a flor de piel. Sin embargo, estos desafíos me están permitiendo madurar, pues me obligan a organizarme el tiempo y, por tanto, a ser independiente; a vivir a mi aire, lejos de la protección que tuve de niño.

Los apuntes, esquemas y resúmenes se van acumulando en mi mesa de estudio. Aunque a veces siento que me vendrían bien unos meses más para asimilar cada materia, sé que el esfuerzo y trabajo de cada día tendrán su recompensa. 

Respecto a la carrera universitaria, es cierto que el mundo laboral cambia constantemente, que profesiones que años ha garantizaban un trabajo seguro, ahora presentan sorprendentes índices de paro, y que todos los estudios relacionados con la inteligencia artificial aún son desconocidos para muchos de nosotros. Sin embargo, ¿quién ha pronunciado la palabra miedo? 

La PAU no es un obstáculo, sino un puente hacia el futuro. Escucho constantemente a los que la superaron hace unos años, que esta prueba no es para tanto, y creo que tienen razón. Hasta ahora, no he conocido a nadie que con esfuerzo y dedicación se haya quedado en el camino. Sin embargo, también me dicen que en la Universidad tendré que estudiar aún más, pues crece el nivel de exigencia. Por lo tanto, la selectividad no es más que una preparación para lo que me espera, no en el sentido de aprendizaje de materias sino en el modo en el que deberé afrontarlas: con constancia, disciplina y organización.