V Edición
Curso 2008 - 2009
El tranvía de la calle Real
Lourdes López, 15 años
Colegio Montealto (Madrid)
Salí de mi casa temprano y me dirigí, como de costumbre hacia la esquina por donde pasa el tranvía. Todas las mañanas quedo allí con Pedro y Luís para irnos juntos a la escuela. La rutina es siempre la misma, llego, juego, y nos vamos a la escuela. Pero hoy cuando estaba jugando con las canicas una se me escapó y se metió entre la gente que subía al tranvía.
Corrí detrás de ella, pero la canica iba pasando de un pie a otro mientras se alejaba de mis manos. Por más que empujé y pisoteé a la gente para que me dejara paso no logré más que una discusión entre un señor y una señora debido a un malentendido causado desgraciadamente por mí.
-¡Por más que empuje, señora, no va a entrar antes!
-¿Qué yo le he empujado, caballero?
-Sí, señora, y no disimule.
-¿Qué yo disimulo?
-¡Quiere dejar de repetir todo lo que digo!
-¡Uy, qué carácter tiene!
-¿Carácter yo?
-¡Haga el favor de no repetir todo lo que digo, caballero!
-¿Quieren dejar de chillar?
El alboroto era tremendo y entre los llantos de un bebé, la discusión, y demás no me di cuenta de que me había metido en el tranvía. Cuando quise darme cuenta ya era demasiado tarde y, además, se me había vuelto a caer la canica. Vi que estaba entre los pies de una señora. Cuando ya casi estaba a su lado, ella se movió y la canica salió del tranvía. Salí detrás de ella y la cogí. Miré a mi alrededor, nada me resultó conocido y me eché a llorar. Cuando logré calmarme empecé a andar para ver si descubría algo familiar, pero estaba todo desierto. Y después de mucho andar, le encontré a usted.
-¿Así que esa es la razón por la que estás aquí, jovencito?
-Si, señor.
-¿Dónde vives?
-Cerca de la Gran Fábrica.
-Mmm... tal vez pueda ayudarte, ¿Dices que has llegado en tranvía?
-Si, señor.
-Pues bien, si sigues la vías en dirección contraria a la que has venido, llegarás a tu casa.
-¡Gracias, señor!
-Y guarda bien esa canica, ¿eh?
-No se preocupe. No se me volverá a caer.