V Edición

Curso 2008 - 2009

Alejandro Quintana

El trapecista

Víctor Fernández Navarro, 15 años

                  Colegio CEU Jesús María (Alicante)  

De abuelos a padres, de padres a hijos… Él era el eslabón de una gran cadena que había elegido la vida itinerante del circo. Viajaban de país en país con su espectáculo, levantando el telón a actuaciones que llenaban de luz y color las ciudades en las que se detenían.

Junto a sus primos aprendía idiomas y hacía gimnasia para fortalecer los músculos. Conforme crecía, ayudaba con mayor responsabilidad en las tareas diarias del circo. Se sentía feliz. Pensaba que pasaría la vida colaborando en le éxito de sus familiares, hasta que el día de su decimoquinto cumpleaños sucedió algo especial.

Como de costumbre, se puso el mono amarillo y alcanzó la carpa de una carrera. Junto a su primo Miguel limpió las butacas y removió el serrín de las pistas, hasta que llegó la hora del almuerzo. Cuando entraron en el carromato, toda la familia se encontraba alrededor de la mesa y en el centro había un paquete. Como un rayo, el muchacho rasgó el envoltorio para descubrir un magnífico traje verde de trapecista. Se lo probó enseguida y abrazó a sus familiares. Algún día, participaría en el número de los trapecistas.

Practicó con su primo y, poco a poco, aprendió nuevas técnicas. Tras unos meses de entrenamiento fue capaz de andar sobre la cuerda. Más tarde comenzó a balancearse sobre el trapecio y a saltar de uno a otro. Era un camino difícil, pero lo afrontaba con felicidad y energía.

Llegó la noche de su debú. Subió a la cuerda, bajo la luz de los focos. Se balanceó al compás de la música. A partir de esa primera actuación, el público acudía al circo para ver los progresos de aquel trapecista de traje verde.

En una de las ciudades en las que se detuvo el circo, nuestro protagonista conoció a una admiradora, que abandonó todas las comodidades para sumarse al espectáculo.