VI Edición
Curso 2009 - 2010
El último suspiro
José María Jiménez Vacas, 14 años
Colegio El Prado (Madrid)
Le despertó la primera brisa - aún no había amanecido-; no era normal que dejara de soñar tan pronto. El ambiente no era frío. No obstante colocó una bata sobre sus hombros. Le quedaba demasiado larga. Su rostro no estaba arrugado, pero su cara comenzaba a cobrar expresión de ancianidad.
No había luz, pero sabía el camino que debía tomar. Se dirigió hacia un ventanuco de la habitación, el más pequeño de la casa. Dos pasos bastaron para alcanzarlo. Exhaló su aliento en el cristal, que quedó impregnado de vaho. Entre la oscuridad de la calle se podía distinguir una alargada sombra. A medida que se acercaba, cobraba la forma de un anciano de barba blanca. En su mano sostenía un faro. El resplandor que emitía cubría toda la calzada y acababa con las tinieblas.
El viejo se detuvo. Parecía tener los ojos cerrados, pero levantó la mirada y la posó en el ventanuco. Ambos se miraron. El hombre sintió miedo, pero no apartó la mirada. La expresión del anciano logró que se sintiera perdonado.
Todo había acabado.
Al día siguiente, las campanas doblaron fúnebres.