XVII Edición

Curso 2020 - 2021

Alejandro Quintana

En clave de Sol 

Enrique Montes, 17 años 

Colegio Tabladilla (Sevilla) 

Sol estaba triste. No sabía la razón, pero se encontraba decaída, como si su escala se hubiera hecho más pequeña. El sentimiento le golpeaba en su centro con un compás oscuro, que rara vez alcanzaba su clave vital. 

En el conservatorio Do era el encargado de que la armonía de las notas sonara alegre. Las ayudaba a encontrar su sitio para que la melodía siguiese su rumbo y no se desviara hacia el caos. Do era la mayor de todas y a veces se tornaba lento como una redonda.

Sol se reunió con Do para contarle cómo se sentía. Do guardó un silencio prolongado antes de escribir en un pentagrama vacío sus sospechas.

–Creo que estás entrando en la tonalidad –le comentó.

Sol conocía ese proceso: al crecer, las notas pasaban por una etapa de rebeldía que les hacía creer, de manera engañosa, que eran lo suficientemente mayores para entender su canción, pero sus escalas se modulaban constantemente a causa de los cambios de humor.

–¿Qué debo hacer? –le consultó a Do.

–Busca en el pentagrama notas con las que te sientas acorde. Cuando las descubras, procura su amistad.

Así lo hizo: buscó notas que entendiesen su forma de ser. Sin embargo, algunas de ellas no aceptaron la escala de Sol. Le sorprendió un Fa sostenido, muy delgado, que le miró desde la altura de la primera línea de la hoja con el ceño apretado. La, por el contrario, era muy cercana, pero se había hecho bemol para encajar en La Campanella, de Liszt, junto a un Mi bemol. 

Al final del compás, Sol se encontró con una nota que estaba sola. Se acercó a ella para descubrir, con asombro, que era un Si bemol. Lo conocía: si anteriormente era más natural, había bajado medio tono por juntarse a un Re sostenido que, cosas del destino, acabó por rechazarla. A Sol le pareció que Si bemol estaba llorando, y como no sabía qué hacer, esperó a que llegara a un diminuendo.

Entonces lo entendió: se sentía exactamente igual que ella, rechazado por las demás notas. Así supo que aquel era su lugar, pues sus sentimientos encajaban con el Si bemol. Enseguida se unió a su sollozo, primero en un pianissimo, hasta que poco a poco se elevaron juntas en un crescendo que les hizo vibrar por todo el conservatorio, captando la atención de las demás notas musicales. De repente se les sumó un Re natural, con el que formaron un acorde menor que hizo que sus compañeras ovacionaran al trío. 

En un momento de silencio Sol, Si bemol y Re se miraron confiadas, pues estaban dispuestas a cualquier cosa. La música del piano se deslizó por el aire.