VI Edición

Curso 2009 - 2010

Alejandro Quintana

¿Es razonable creer?

Carmen Diaz Hernando, 13 años

                 Colegio Montespiño (La Coruña)  

Hay gente que dice no creer en Dios porque asegura no haberlo visto nunca. Sin embargo, muchas de las cosas más importantes son aquellas que no podemos ver, las que no percibimos por los sentidos. Además, muchas veces los sentidos llegan a confundirnos, sobre todo la vista. La luna que nosotros vemos es minúscula, pero nuestra inteligencia nos dice que es a causa de un efecto óptico. Lo mismo pasa con Dios: podemos conocer su existencia mediante la inteligencia. Muchos filósofos y pensadores, mediante la razón llegaron a la conclusión de que Dios existe. Por otro lado, hay muchas cosas inmateriales pero muy reales: los recuerdos, la amistad… igual que Dios.

Todo principio tiene un fin, lo que nos lleva a cuestionarnos qué es lo que había al principio. ¿Nada? Imposible, porque de la nada no sale nada. Tenía que existir un ser superior que creara ese principio. A no ser que todo fuera creado mediante la casualidad, algo imposible porque el universo tiene un orden tan perfecto que solo puede haber sido originado por un ser de inteligencia superior.

Podemos plantearnos para qué necesitamos la fé si la ciencia lo explica todo. Es cierto que la ciencia ha avanzado mucho, pero también que solo puede explicar lo relacionado con la materia, pero no todo lo que existe es material. Por ejemplo, la amistad, que no se puede medir o palpar.

Tampoco hay que confundir la ciencia con los científicos. La opinión de un científico fuera de su campo vale tanto como la de cualquier otra persona. Si hay científicos no creyentes, será que desconocen las respuestas de la religión o que han sufrido experiencias que les han alejado de Dios. Pero la ciencia y la religión no son incompatibles. Hay y hubo muchos científicos creyentes, como Einstein, que afirmó que la religión sin la ciencia está ciega y que la ciencia sin la religión cojea.

También podemos conocer a Dios gracias a la conciencia. La voz de la conciencia es el legislador universal, común para todos. La conciencia es lo más íntimo, es un encuentro del hombre con Dios. No es algo externo, sino interior.

La gente que afirma que la sociedad no necesita a Dios está equivocada. Las leyes sin Dios se vuelven contra los hombres. El nazismo o el comunismo son terribles ejemplos. El hombre sin Dios acaba atacando a sus semejantes. En el fondo, la religión saca a flote lo mejor de todos nosotros.