XIV Edición

Curso 2017 - 2018

Alejandro Quintana

Esas "Trece razones" 

Juan Andrés Coromina, 16 años 

            Colegio Altair (Sevilla)  

(Antes de comenzar este artículo, debo advertir al lector que no recomiendo ni dejo de recomendar la serie que analizo. En todo caso, debería verse en compañía de un adulto de confianza).

«¡Hi, it´s me Hannah, Hannah Baker...!». Así empieza la serie mundialmente conocida 13 reasons why, basada en la novela de Jay Asher. Todo arranca tras el suicidio de Hannah Baker (Katherine Langford), una estudiante del Instituto Liberty. Poco después, Clay Jensen (Dylan Minnette) encuentra en el porche de su casa una misteriosa caja que contiene unas cintas de audio, donde la muchacha explica las trece razones por las que se ha quitado la vida. A lo largo de dos temporadas, los protagonistas del serial tratan de descubrir qué de lo que recogen esas cintas es verdad y qué no. A simple vista, cada uno da su versión de los hechos y entre todos intentan llegar a la verdad.

En un principio puede parecer un argumento con pocos alicientes, pero conviene saber que las casetes son la excusa para introducir los verdaderos asuntos que la producción televisiva quiere mostrar o denunciar (bulling, consumo de drogas y de alcohol entre los jóvenes, violación, homofobia, armas…) y sus consecuencias. La serie refleja los problemas de miles de alumnos norteamericanos (y no solo norteamericanos), y para conseguirlo recrea un instituto con numerosos tópicos —no por ello menos reales—, como el abuso de los alumnos deportistas sobre los empollones, la accesibilidad de las drogas para los menores de edad, el uso de armas por parte de jóvenes y adultos, las relaciones sexuales tempranas y las no consentidas, el desprecio a las diferentes orientaciones sexuales, el suicidio —pero no como forma de acabar con los problemas personales, sino como forma de hacer daño a los seres queridos y de generar aún más dolor del que trae consigo este terrible acto sin vuelta atrás—.

Por trece razones parece querer decir que por mucho que uno sufra, nunca va a estar solo; que por ser distinto, no eres menos persona; que las drogas son evasivas, pero no la solución, sino fuente de grandes inconvenientes, y que hay que mostrarse al mundo tal y como uno es, sin miedo al qué dirán. Es tan cruda la sociedad que muestra la serie, que al espectador le da qué pensar.

Además de la originalidad de la trama (el uso de las cintas para contar los hechos), la serie trata temas muy candentes, aunque podrían haberla filmado sin necesidad de recrearse en escenas de sexo o de consumo de drogas, tan innecesariamente explícitas. A pesar de esto, no deja indiferente a nadie.

Cada uno de nosotros deberíamos mirar en nuestro interior, en nuestro día a día, para hacer examen y pensar si nuestros actos también son merecedores de una cinta.