III Edición
Curso 2006 - 2007
Espectáculo electoral
Nuria Balsalobre, 16 años
Colegio Jesús-María CEU (Alicante)
Todos hemos sufrido las campañas publicitarias que han llevado acabo los diferentes partidos políticos en las elecciones locales y municipales del 2007. Como cada cuatro años, los ciudadanos nos hemos convertido en conejillos de indias. Pancartas, carteles, vallas publicitarias, folletos, abanicos, piruletas…, todo tipo de soportes publicitarios parecen legítimos para arrancarnos el voto, incluso furgonetas con megáfonos a todo volumen promocionando tal o cual lista electoral o reuniones lúdicas en parques públicos para los niños. Me pregunto si es lícito. En teoría, el derecho al voto consiste en elegir a quienes tomarán las futuras decisiones que conciernen la vida social, económica, política y cultural de la población donde vivimos. Es la base principal de toda democracia y debería ejercerse con total libertad, sin ninguna coacción, presión o amenaza.
Yo tengo dieciséis años. Por tanto, aún tendré que esperar dos años para ejercer mi derecho al voto, pero si tengo edad para comprender que lo innecesario de tan voluptuosas campañas publicitarias, ni por los costes que suponen ni por la presión e influencia que ejercen sobre los ciudadanos. Si cada ciudadano es libre de dar su voto al partido que desee, no me parece correcto que tengan que soportar tal bombardeo publicitario durante los meses previos a las elecciones. Bastaría conocer el programa de cada candidatura y elegir entre ellos al que nos resulta más conveniente.
Porque una cosa es dar a conocer los objetivos de cada partido y otra muy distinta crear un espectáculo publicitario. ¿Acaso repartir piruletas asegura un número mayor de votos? A mi, desde luego, nadie me compraría con un simple obsequio de campaña o por despertarme cada mañana con el sonido del megáfono que emite la cantinela de tal o cuál sigla. Estoy segura de que pueden prescindir de este espectáculo innecesario y costoso. Animo a todos los partidos políticos de España a que destinen todo el capital que derrochan en propaganda electoral a fines más positivos para todos los ciudadanos.