XIV Edición

Curso 2017 - 2018

Alejandro Quintana

Estudio digital

Antonio Matilla, 17 años

                Colegio Mulhacén (Granada)  

Con los adelantos tecnológicos de los últimos años, estaba claro que los medios digitales terminarían por sustituir a los analógicos, incluso en el ámbito escolar. En mi colegio, por ejemplo, contamos con iPads como herramienta de trabajo: para tomar apuntes, hacer esquemas, gráficas y buscar información. Lo que se pretende es que aprendamos de manera más fácil y rápida.

En las tabletas digitales existen numerosas aplicaciones al servicio de los alumnos y todas incluyen varios tipos de escritura, ya sea con el teclado o con el dedo, gráficas muy variadas y tablas que podemos adjuntar a nuestras presentaciones. Por otra parte, estos dispositivos disponen de cámara, así que, para qué tomar apuntes de lo que escribe el profesor en el encerado. Es suficiente con sacar una foto a la pizarra. Así que es revolucionaria y nada costosa la manera de tomar apuntes por parte de los alumnos de hoy.

En mi colegio cada alumno escoge entre usar el medio digital o el clásico papel y bolígrafo. Este último es mi caso, pues la pantalla se me queda pequeña. Además, como dice mi profesor de Física, es bueno que la explicación pase por la cabeza y después se refleje en el papel. Y, claro, después del papel queda estudiársela…

Como la mayoría de los ejercicios para el estudio nos llegan a casa en formato digital, nos encontramos en la mesa con el obligado iPad. Estudiar con un dispositivo que cuenta con conexión wifi, una tienda de aplicaciones y su propio buscador de internet (Safari), comporta sus riesgos. El alumno puede distraerse con bastante facilidad, a pesar de las restricciones que limitan el dispositivo cuando los profesores nos lo entregan al comienzo del curso.

Así que la digitalización del ambiente escolar no es una garantía de que vayamos a estudiar más o mejor. Cada cual estudia lo que estudia: mucho, poco o nada. Por otro lado, cada cual tiene su manera de enfrentarse a las asignaturas, más o menos tecnológica, más o menos limpia, pero no hay una más eficaz que otra. Y, por supuesto, no existe aquella que haga del vago un estudiante ejemplar.

Respecto a lo que me concierne, repito que tomo los apuntes a mano, porque me resulta más rápido y más cómodo. Después redacto unos textos a los que llamo «esquesúmenes», que son esquemas muy desarrollados. De esa manera consigo recordar la estructura y el orden de cada tema, y también la información y los detalles presentes en él. Así que no se trata de hacer grandes cambios en la manera de aprender sino de que el alumno siga poniendo esfuerzo.