XV Edición
Curso 2018 - 2019
Extraños conocidos
Belén Cabello de los Cobos, 16 años
Colegio Senara (Madrid)
Estaba dispuesto a ganar la carrera, aunque tuviera miedo, pues había miles como él que también querían ganar.
Como pez en una pecera, empezó a nadar. Se chocaba con unos y con otros. No sabía muy bien a dónde ir, así que seguía a la multitud.
Entre jadeos y tropiezos, volvió la mirada para ver a los otros concursantes. Corrían rápido, cada cual a lo suyo, empujando para abrirse paso.
El túnel que parecía tan estrecho y agobiante se abrió, y una dulce sensación se apoderó de él. Aun así, todo era oscuridad. Pero sabía que allí estaba su hogar, el comienzo de todo.
Sus compañeros se iban rindiendo por el camino. De esa manera consiguió situarse entre los primeros, ya cerca de lo que parecía la meta. Algunos corrieron su último sprint, pero al alcanzar lo que parecía ser la meta, chocaban como contra un cristal. Entonces lo comprendió: todos estaban equivocados; no había meta, ni trofeo, ni carrera, aunque entre ellos estuviera el ganador. La tensión se apoderó de aquel momento. Con todas sus fuerzas comenzaron a empujar, como quien se emplea contra una pared de hormigón, sin resultado.
Él todavía estaba lejos, pero con unas vistas maravillosas hacia ella, que era grande y se la veía tranquila. Aquella visión era el suspiro que él necesitaba después de tanta fatiga.
De repente le entraron unas terribles ganas de tocarla, de comprobar si era tan suave como parecía. Entonces entendió que ella no podía ser la meta de la carrera, porque las metas son el final de un trayecto y en ella no estaba el final sino el comienzo.
Faltaba muy poco para que se iniciara ese comienzo que él no sabía describir. Poco a poco entró al escondite donde ella le esperaba, en donde la encontró tal y como se la había imaginado. Eran dos extraños en un mismo lugar. Dos extraños que se conocían. Dos extraños que habían sido creados para ese momento.
Juntos, abrazados —por amor—, comenzaron una nueva vida.