II Edición

Curso 2005 - 2006

Alejandro Quintana

Falsas apariencias

Miram Vidal-Quadras, 16 años

                 Colegio Canigó (Barcelona)  

    Hablemos hoy de los eufemismos. Esas mentiras suaves, cuyo único objetivo es disminuir el efecto que causa la auténtica palabra. Los podríamos llamar disfraces, porque es en verdad lo que son: tapujos detrás de los cuales se esconde, intentando no ser descubierta, una realidad quizás demasiado dolorosa para ser presentada con exactitud. Y de allí nuestro curioso afán por conocer las cosas, no como son, sino como nosotros queremos oírlas.

    Es un hecho curioso pretender esconder tras velos opacos, verdaderos significados, pues es sabido por todos la ambición del hombre por alcanzar a la perfección todo cuanto pueda. Y sin embargo, cuando por fin conoce y logra su objetivo, lo encuentra demasiado duro como para soportarlo, y decide que lo ocultará bajo vocablos biensonantes.

    Pongamos algún ejemplo de estas falsas apariencias: hay quien llama embarazo interrumpido a lo que en verdad es un aborto, o bien quien bautiza como democracia popular a una dictadura; otros llaman económicamente débiles a los pobres, o modifican paro por desempleo. Estos modelos tan sólo encabezan una lista infinita que todos utilizamos sin darnos cuenta.

    Está claro que los eufemismos no son buenos, pues lo único que buscan es ocultar la verdad bajo formas equívocas. Por ello, a pesar de que no pretendan una mala intención, son engaños a los que hace falta poner fin. Y podemos conseguirlo empezando por nosotros mismos usando con precisión nuestro sabio lenguaje.