III Edición

Curso 2006 - 2007

Alejandro Quintana

Fea

Carmina Alvarez Llanes, 16 años

                  Colegio Aura (Tarragona)  

      Tengo una amiga que siempre se queja porque dice que es fea. Cuando la tengo que presentar a alguien, antes prevengo de lo antiestética que es, ¡no vaya a ser que se asusten! En el momento en el que me mira con cara de reproche le digo que, a pesar de todo, siempre voy a estar a su lado, porque en su caso, el físico engaña. Pero ella no cree en si misma.

      Ana lleva el pelo por los hombros. Su cabello es totalmente lacio y carece de brillo. El tono de sus puntas es muy semejante al trigo, aunque el resto sea negro. Sus dientes, además de amarillentos, son desproporcionadamente grandes, sobretodo los incisivos, y su nariz es puntiaguda y está un poco torcida hacia arriba. Tiene los ojos caídos y de un triste color indefinido. Le falta barbilla y no tiene pómulos. Y por si fuera poco, las orejas, al igual que las fosas nasales, son enormes.

      La infortunada, al mirarse al espejo, derrama unas lágrimas de cocodrilo. Por eso su madre optó por retirar los espejos de la casa. Desde que tenía cinco años sueña con remodelar su aspecto en un quirófano, pero todavía le quedan unos cuantos para ser mayor de edad. Entonces, piensa ella, podrá ser feliz, porque rumia operarse entera. Aunque yo la miro y lo dudo un poco. ¡No sé si tamaña fealdad tiene remedio!

      Mi amiga es fea, sí, la verdad es que es de las personas más horripilantes que he visto en mi vida, pero es buena persona. La gente, al verla, reacciona de dos maneras, o se ríen de ella o la observan boquiabiertos y murmuran entre sí. Pero Ana, gracias a que es fea, es una persona auténtica, porque se ve obligada a explotar el resto de sus cualidades.

      No sé si se da cuenta de que con su rostro, da otra cara al significado de las cosas: todo a su alrededor resulta precioso.

      Un día vino contentísima porque le habían dado en la obra de teatro del colegio el papel de su vida. Era algo extraño, ya que siempre interpretaba un árbol, o una oveja o cualquier cosa en la que su rostro quedara pintarrajeado. Esta vez sería el protagonista, eso sí, con capa y antifaz.

      Junto a ella me gusta ir de fiesta, porque a su lado parezco la chica más guapa del mundo. Claro que eso no se debe a mi cara bonita, si no a la suya. Pero con el paso del tiempo he dejado de verla tan y tan fea. Mi amiga es de esas personas que, al entrar en una habitación, lo llenan todo de luz. Tan sólo su presencia te proporciona una paz que es difícil lograr de otra manera. En el fondo, es la más guapa de todas las amigas que se pueden tener. De lo buena que es, es guapa. Cuando la conoces, la imagen que obtienes de ella es un tesoro. La amistad obra milagros. Hasta volver a alguien precioso. Vas junto a ella y acabas pensando: ¡Quiero ser también espeluznante!