X Edición

Curso 2013 - 2014

Alejandro Quintana

Fuente de inspiración

Blanca Gallostra, 16 años

                 Colegió Canigó, (Barcelona)  

Blanca se despertó temprano y salió al porche bien abrigada. La mañana era soleada, pero soplaba un viento casi invernal. Se puso el cuaderno sobre las rodillas y tomó un lápiz mordisqueado.

Su propósito era escribir un relato emocionante. Podía tratar de una pareja destinada a sufrir o de un estudiante al que golpea una súbita enfermedad, de unos bandidos que raptan a una doncella o de la vida de un escritor bohemio e incomprendido…

No conseguía concentrarse. Alzó la mirada hacia un arce y tropeó con sus hojas secas, mecidas por el viento. Eran de un rojo encendido. “Al atardecer de su vida es cuando más brillan, quemadas por el fuego que las convertirá en cenizas”. El roce de la mina con el papel producía un sonido reconfortante.

Se levantó, en parte satisfecha por lo que acababa de escribir pero lamentando no conseguir perfilar su historia.

Dio un paseo alrededor de la casa. La hojarasca crujía bajo sus pasos. Se encontró con el abuelo en la trasera del jardín. Estaba leyendo.

-¿Qué lees?

El abuelo arqueó las cejas con un leve sobresalto. Apartando la vista del libro, le respondió:

- Una maravillosa historia acerca de la vida.

Se divertía descolocando a sus nietos con respuestas enigmáticas. Blanca no quiso entrar en su juego, así que se encogió de hombros y siguió su camino. El anciano se sumió de nuevo en la lectura.

“Una maravillosa historia acerca de la vida.” También ella querría escribir una maravillosa historia.

Llegó de nuevo al porche y echó un vistazo al cuaderno, en el que seguía, con una caligrafía algo sucia, la única frase que le había arrancado al lápiz. De improvisto, sumó otra: “Sobre su regazo, las páginas vírgenes esperan a que las palabras cobren vida”.

Las páginas vírgenes… La inspiración parecía haberse secado, como las hojas al pie del arce. Quizá su abuelo había dado en el blanco; casi siempre acertaba. Una maravillosa historia acerca de la vida parece la fuente de la inspiración.

Blanca entendió porqué aquellas frases le habían quedado tan redondas, casi perfectas. La fuente de inspiración era la vida misma.

Volvió con su abuelo.

-¿Tienes otra novela?

Esta vez tardó unos segundo en reaccionar. Sin decir nada se levantó. Al poco, volvió con un libro entre las manos.

-Este te va a gustar.

Blanca le miró con ojos interrogantes.

Era una edición antigua de “La comedia humana”. Sin mucho interés, lo abrió por la primera página. Estaba amarillenta. Empezó a leer. No tardó en encontrarlo apasionante, mucho más que aquella mañana de otoño. ¡Le faltaba tanto por aprender! Pero no pensaba aburrirse en el camino.