III Edición

Curso 2006 - 2007

Alejandro Quintana

¡GORDA!

Irene Tor Carroggio, 15 años

                 Colegio Canigó (Barcelona)  

   Toc, toc. ¿Se puede? Y si no, te aguantas. Supongo que me esperabas. Ya era hora, ¿no crees? ¿Me puedo sentar? Sí, aquí mismo está bien. Me acomodaré en ti, en este cuerpo raquítico. Estoy cómoda entre las personas débiles. Bueno, ¿y qué me cuentas? ¡Uy, qué horror! ¡Mira que estás gorda! ¿De dónde salen esas caderas? Ay, Inés, ya hablamos de eso… Las mujeres triunfadoras no son gordas. Te exigí que esas revistas de moda fuesen tu Biblia a partir de ahora. Serán ellas las que te guíen, no esas mujeres rechonchas de la calle que dicen que te quieren ayudar. ¡Mentira! ¡No las creas! Tienen envidia. Ellas jamás serán lo que yo voy a conseguir que seas.

    Esas chicas vulgares se conforman conque su madre y abuela las vean guapas y conque algún chico despistado quiera pasar junto a ellas el resto de sus vidas. ¿A esto aspiras tú...? Nosotras seremos diosas de belleza. Nos admirarán y venerarán. Arrastraremos a miles de adolescentes. Seremos inmortales, te lo prometo. Querrán ser como nosotras. ¿Qué más da que para ello no puedas comer? ¡Eso sólo lo hacen las gordas! ¿Te das cuenta? No seas mediocre: te he escogido por algo. Me caes bien, Inés. Yo he creado a todas a las que tú admiras. Si me ayudas, te haré brillar como ellas.

    Tienes que saber que te engañarán: la envidia es muy mala. Te intentarán apartar de mí. ¿Puedes creerlo? ¡Apartarte de quien te hace especial, de quien te saca de esta mediocridad! ¿Quieres ser normal? Muy bien, pues confórmate con ser del montón. No seas tonta, por favor. Si no me abandonas te llevaré lejos, muy lejos. Prometido. No te dejaré: me tendrás siempre a tu lado. Seré de la única de la que te podrás fiar.

    ¿Y ahora, por qué lloras? ¿Tienes hambre? ¡Maldita desgraciada! ¿Adónde vas? ¿A atiborrarte otra vez de esas porquerías? No sé por qué pierdo el tiempo contigo. No me mires con esa cara. ¡Arrodíllate ante el inodoro, saca toda esa comida de la tripa y así quizás llegaré a perdonarte! ¡Vaca! Eso es lo que eres, ¡una vaca!

    ¡Mira que eres difícil, por Dios! Acércate. Que sí, tonta, que se me olvida, que te perdono. Nadie sabrá lo que has hecho. No, no me des las gracias. Con que no cenes hoy, me conformo. ¿Me lo prometes? Pues venga, sonríe. Así, está mejor.

***

    ¿Cómo que vas a dejarme? ¿Es que no sabes con quién estás hablando? ¡Mírame a la cara! ¡Con lo que he hecho por ti, maldita gorda! He hecho que te mirasen por la calle. ¿Y qué más me da si eran miradas de lástima? ¡Te han mirado! Y ahora dices que me dejas... ¿por un trozo de pastel, quizás? ¡Gorda! ¡Responde cuando te hablo! Sí, eso, escóndete en tu sombra. ¿Qué te han hecho? ¿Que piensas en tu bien? ¡Egoísta! ¿Y yo qué? Mírate al espejo: ¡yo te he creado! Ahora la gente te dice cosas por la calle ¿Qué importa que te suelten que das asco por lo delgada que estás? ¡Es más de lo que te decían antes de que yo apareciese en tu vida! Y ahora me dejas de lado. ¿Te olvidas de tu amiga? ¡Qué lástima! ¿Te lo has pensado bien? Dices que te he engañado ¿Y quién te aseguró que serías feliz? Aún deberías agradecerme mi benevolencia, porque: ¿quién te dijo que vivirías para contarlo?