VI Edición

Curso 2009 - 2010

Alejandro Quintana

Hasta enloquecer

María Campillos, 17 años

                Colegio Senara (Madrid)  

¿Te acuerdas de cuándo nos conocimos?

Al principio no te atrevías a venir, te mostrabas distante y muy indeciso. Te daba vergüenza presentarte ante aquella maravilla, la chica guapa con la que todos querían bailar, pero gracias al apoyo de tus amigos, a quienes les tienes que agradecer todo, diste el primer paso. Nos caímos bastante bien y te ganaste una leve caricia mía que te dejó eufórico.

A las pocos días ya decías a todos que necesitabas verme de nuevo. Te morías por un beso mío. Nada más verme, te lanzaste sobre mí, temiendo que alguien te arrebatara tu presa. Mis predicciones se confirmaban: no podías vivir sin mí y eso me gustaba, pero no era suficiente y te dije, mirándote fijamente a los ojos:

-Quiero tus pensamientos, quiero tus emociones, quiero tus sueños, quiero tus ilusiones, quiero todo aquello por lo que luchas, quiero a tus amigos, quiero a tu familia. ¡Te quiero a ti!

Tu obsesión hacia mí iba creciendo hasta que comencé a volverte loco, loco por mi fragancia, loco por mi sabor, loco por tenerme. No te importaba tu familia ni, mucho menos, tus estudios. Tu mundo giraba entorno a mí y eso me hacía cada vez más fuerte. Te sentías fatalmente atraído hacia mí pero, para tu desgracia, eras solo uno de los múltiples admiradores que matan por tenerme cerca y tu querías que solo fuese tuya. Pese a los titánicos esfuerzos de tu familia y tus amigos, logré seducirte por completo. Tenías todas las de perder y, de hecho, así ocurrió, como sucede con todos los que me subestiman.

Te jugaste la vida por mi culpa, pero tendrías que saber que yo no soy mujer de un solo hombre. Lástima que no pudiera acudir a tu entierro. Entiéndelo, soy la cocaína y debo seguir con mi trabajo.