III Edición

Curso 2006 - 2007

Alejandro Quintana

Imaginemos

Alicia Martínez Gallardo, 15 años

                   Colegio Sierrablanca (Málaga)  

    Le propongo un sencillo ejercicio, en el que sólo necesitamos dejar volar nuestra imaginación. ¿Preparados...? ¿Listos...? ¡Comenzamos!

    Me gustaría que se imaginara que ha llegado el día de su jubilación y está en una cena en su honor. Tiene unos sesenta y cinco años y está con su mujer o con su marido en este día tan especial. Van elegantísimos, los hombres con chaqueta y corbata, y las mujeres con sus mejores vestidos y muy enjoyadas. Usted ha sido un fiel empleado de la respetable empresa que ha querido homenajearle. Cómo no, aparte de su mujer, está allí toda su familia, además de los compañeros de la empresa y otras personas que han querido acompañarles en este día.

    Díganme, ¿a cuántos familiares reconoce? Por ahí, perdidos entre la multitud, se encuentran sus hijos e hijas con sus respectivos maridos y con sus nietos, los pequeños, que consiguen que, cada vez que usted los mira, la cara se le ilumine.

    ¿Cuánta gente cree que habrá? Yo me imagino un inmenso salón de un restaurante lujoso, con capacidad para unos ciento cincuenta o doscientos comensales. Un salón enorme, con su orquesta, una pista de baile y un pequeño escenario con un micrófono.

    En cuanto llega al lugar de la ceremonia, es recibido como si de un rey se tratase. Entre enhorabuenas y vítores, consigue abrirse paso entre la multitud de invitados.

    Comienza la cena y el menú (que escogió usted mismo) es una exquisitez. ¿Con quién le habrá tocado sentarse en la mesa?

    Después de más de dos horas entre plato y plato llega el momento esperado por todos: su discurso. Es el momento de la velada que usted hubiera deseado que no llegase. Con lo bien y lo tranquilo que estaba usted disfrutando de la cena… De repente, sin darse usted ni si quiera cuenta, se levanta el director de la empresa (gran amigo o enemigo suyo, cosa que también dejo a su elección) y comienza ha hablar de usted, de su carrera, de todos sus años de servicio, etc…

    Piense, imagine… ¿Qué creen que dirán de usted? Yo, sinceramente, no lo sé. Eso ya es cosa suya. Ahora le toca a usted imaginárselo por completo, sin la ayuda de mis pequeñas anotaciones. Espero que tenga suerte, puesto que no es tan complicado.

    Un último apunte antes de despedirme. Ciertas preguntas como: ¿qué creen que dirán de usted? ¿cuánta gente habrá?, son preguntas a las que nos gustaría responder con optimismo, sintiéndonos orgulloso de las respuestas.

    Con este sencillo ejercicio sólo pretendo que se pare a pensar en sus actos diarios y actuales, para que pueda ver si hay algo que necesite una modificación, para que el día de mañana toda la gente posible acuda a su cena de homenaje y digan de usted cosas maravillosas.