V Edición

Curso 2008 - 2009

Alejandro Quintana

 Inmigrantes

Isabel Echániz Macarulla, 16 años

               Colegio Ayalde (Bilbao)  

El mundo ha cambiado. Nuestra sociedad se ha tenido que acostumbrar rápidamente a la convivencia con personas que han llegado de muy diversos países, especialmente de los países pobres.

Hay quien piensa que los inmigrantes sólo nos traen problemas. Se quejan por que se cuelan por nuestras fronteras, porque viven en la ilegalidad, porque sus hijos ocupan plazas en la enseñanza pública, porque todos ellos abruman los recursos de la sanidad sin cotizar. Hablan de ellos como si fuesen una plaga que deberíamos combatir.

Sin embargo, es necesario recordar que los inmigrantes son personas como nosotros, con familia, necesidades y sentimientos, cuya meta en la vida es alcanzar cierta dignidad y seguridad. Han tenido menos suerte que cualquiera de nosotros por unos condicionantes geográficos que no pudieron escoger, pero, ¿quiere esto decir que no debemos aceptarlos? Ellos necesitan ayuda y nosotros podemos ofrecérsela.

Por muchas razones se han visto obligados a dejar su país de origen (por su situación económica, política o social), y han dado cumplimiento a uno de los Derechos Humanos reconocidos en la Carta de las Naciones Unidas. Aunque a ellos sólo les importa que no les queda otra opción si desean sobrevivir o entregar a sus familias la posibilidad de un futuro mejor.

Deberíamos ponernos en el lugar de aquel marroquí que vende CDs en la calle, en lo dura que debe ser su vida. Por supuesto, siempre hay excepciones y entre los inmigrantes nos encontramos a delincuentes, pero aún en este caso sigue siendo cierto que lo único que nos separa de ellos es la suerte caprichosa en la que nos ha tocado nacer.