XXI Edición

La blusa 

Ariadne Carreira, 14 años

Colegio Ayalde (Vizcaya)

Claudia se miró en el espejo. Había algo en su rostro que no terminaba de encajar. Se inclinó un poco más, buscando en sus propios ojos una respuesta. Nada más que el mismo reflejo de siempre, aquel que nunca le había convencido del todo.

Suspiró antes tomar su bolso y salir de casa por la puerta principal. Al llegar al instituto, confirmó que todo transcurría como siempre: sus compañeros charlaban animadamente mientras los profesores parecían saberlo todo y sus amigas se reían sin reparo. Claudia sabía moverse entre ellos sin llamar la atención. En el fondo, nadie notaba su presencia. 

Después de la jornada volvió a casa. Su madre le preguntó suavidad cómo había ido el día. Con una sonrisa forzada y sin compartir detalles, Claudia respondió con un «todo bien» y se retiró a su cuarto, en donde se dejó caer en la cama y tomó el móvil para contemplar fotografías en cadena de viajes maravillosos, fiestas y parejas de novios que parecían tenerlo todo.

A la mañana siguiente, de camino al instituto, descubrió una pared salpicada de grafitis en la que destacaba una frase pintada en letras grandes y de vivos colores: "No es necesario ser perfecto para ser valioso." Claudia la releyó, frunciendo el ceño. 

—¡Qué disparate! —susurró, pero la sentencia resonaba en su mente sin cesar. 

Aquella noche, frente al espejo y con el eco de aquellas palabras, se preguntó si tendrían algo de verdad, es decir, si era cierto que no necesitaba cambiar para ser feliz.

A la mañana siguiente decidió ponerse una blusa que pocas veces había utilizado a pesar de que le gustaba. Una de sus amiga elogió entre clase y clase su elección de vestuario. 

—Gracias –dijo Claudia con una sonrisa.

No fue un gran cambio, pero fue el inicio. Claudia era consciente de que llegarían días difíciles, momentos en los que la inseguridad le haría dudar. Pero acababa de entender que no tenía por qué ser todo para todos; tenía que aprender a ser suficiente para sí misma.