X Edición
Curso 2013 - 2014
La chica 10
Cristina Echániz, 16 años
Colegio Ayalde (Bilbao)
Pasé por un escaparate que me llamó la atención. No por su ropa (era bastante bonita, a decir verdad) o por unos taconazos negros a tan buen precio, sino por la colección de maniquíes que estaban expuestos. La ropa les sentaba muy bien, o eso es lo que pensé hasta que me di cuenta de que podía ver a través de ellos.
Lo que acabo de contar no es sino un ejemplo de nuestra sociedad, empeñada en crear “la chica 10”, de la que sólo importa cuán delgada puedes llegar a estar. Por desgracia, esta imagen de la mujer no se detiene. Por eso, siento un escalofrío cada vez que me miro al espejo y pienso, como sin querer, que estoy gorda, aunque no lo estoy, entre otras cosas porque –objetivamente- nadie está gordo, salvo aquellos que sufren obesidad.
En mi caso, hago deporte y soy una persona activa. ¿Por qué no puedo trabajar de modelo?... Ah, sí, me doy cuenta: no peso los menos de cincuenta kilos preceptivos.
La culpa no puede recaer en esas chicas por estar tan delgadas. Tal vez sea nuestra por creer que cuanto más delgada, más guapa eres.
Por ejemplo, cada vez que vemos a una chica de revista posar en bikini, nos sorprendemos de lo bien que le queda. Yo también quisiera que me quedara así de bien, pero es que en realidad a ella no le queda bien. Me explico: le queda bien porque nuestra sociedad lo dice, porque estamos convencidos de que esa es la imagen que queremos ver, la mujer “perfecta” con medidas “perfectas”.
Somos personas y como personas que somos, la imperfección nos viene dada con letras mayúsculas. Aunque puede que esa imperfección resida la belleza, salvo que nos empeñemos en vivir descontentos con nuestro yo, con nuestro cuerpo “gordo” y, cuando pasen los años, lleno de arrugas.
Por tanto, lanzo un reto escandaloso: ¿quién se apunta a la dieta de comer lo que apetezca sin tener que contar el número de calorías?