VI Edición

Curso 2009 - 2010

Alejandro Quintana

La chica bajita

Macarena Izquierdo, 16 años

                   Colegio Peñamayor (Asturias)  

Observó de nuevo por la ventana, pero nada había cambiado. Las gotas de lluvia se deslizaban suavemente por el cristal, hasta desaparecer bajo el alfeizar de madera. Llevaba días encerrada sin querer hablar con nadie, sin querer ver a nadie.

Se levantó de la cama y se plantó delante del espejo. Su aspecto le produjo cierta gracia: tenía grandes bolsas oscuras bajo los ojos, el enmarañamiento del pelo mostraba que no lo había peinado en semanas y su cuerpo había ganado cierto volumen. Se le escapó una sonora carcajada; se reía de sí misma. Pero pronto comenzó a llorar.

En ese momento la enfermera entró en la habitación. Era la hora de la medicación. Observó con tristeza a la joven y le acompañó hasta la cama. Llevaba años trabajando en aquel hospital y nunca había tratado a una paciente tan difícil. No se trataba de su enfermedad, sino del carácter y la actitud de la joven. Desde el primer día había recibido numerosas visitas de sus compañeros, pero no había querido que nadie la viese en aquel estado. Al final todos se cansaron de su constante negativa y no volvieron a aparecer, salvo una chica bajita que aparentaba quince años. A la salida del colegio se presentaba en el hospital para interesarse por su amiga. La enfermera se acercaba a la habitación de la paciente para preguntarle, a pesar de que ya sabía la respuesta, si deseaba recibir aquella visita.

Tras tomarse las medicinas, la enfermera le recomendó que durmiese algo. Cerró las cortinas y la joven se recostó. La chica bajita esperaba en el pasillo. La enfermera la miró y no se lo pensó dos veces: la dejó pasar. Sabía que lo que necesitaba la paciente era un poco de amistad.

Las dos jóvenes se miraron. Dicen que una imagen vale más que mil palabras, pero no existen suficientes vocablos que puedan describir esa mirada de cariño. Se abrazaron durante largos minutos.

La chica bajita volvió a acudir al día siguiente. Y al siguiente. Y al siguiente.... La paciente estaba mejorando a gran velocidad. Ahora sonreía: eran dos para luchar contra la enfermedad.