X Edición

Curso 2013 - 2014

Alejandro Quintana

La chimenea

Fermín Polaina, 16 años

                  Colegio Tabladilla (Sevilla)  

La pantalla del televisor estaba encendida, pero no emitía ningún sonido. Un fuego crepitaba sobre los cinco troncos que formaban la lumbre, de manera que cada una de las llamas vibraba iluminado el pequeño salón.

Tres conversaciones se cruzaban sobre la mesa, cada cual más anodina, mientras un silencio los observaba. Un llanto hacía de fondo de las palabras y, de vez en cuando, la charla se unía al silencio para comprobar si el llanto había cesado por fin cuando, en una de aquellas pausas nadie escuchó gritar al pequeño. Todos dieron un suspiro al unisonó y se prepararon para reanudar la conversación.

En ese momento, uno de los hijos, aquel que tenía encomendada la misión de calmar al crío, entró a la habitación con el pequeño en brazos, quien con ojos inquisitivos buscaba a su madre. Una sonrisa de disculpa asomaba en la boca del niño, al que toda la habitación contemplaba con sorpresa. Finalmente puso al niño en el regazo de su madre y salió a buscar una silla para sentarse al calor de la recomenzada tertulia.

Mientras, aquel que guardaba silencio lanzaba servilletas a las llamas, mirando como ascendían en pavesas. Vio un bolígrafo entre la comida de la mesa, lo cogió y se dispuso a escribir algo en alguna de aquellas servilletas.

Cuando acabó vio que aquellas frases eran dignas de ser recordadas. Pensó en la gente que lo leería, en aquellos que llorarían con sus palabras. Pensó también en quienes no las entenderían, aquellos que después de leerlo se limitarían a hacer una mueca y a seguir con su vida.

La servilleta se deshizo con las demás, en el fuego.