XV Edición

Curso 2018 - 2019    

Alejandro Quintana

La dificultad del
ascensor

Nacho Fumanal, 14 años

Colegio El Prado (Madrid) 

Tengo un familiar que hace unos meses sufrió un accidente de tráfico y, como consecuencia de ello, está obligada a utilizar una silla de ruedas. El otro día me dispuse a ir con ella al centro de la ciudad —vivimos en las afueras—, aprovechando que cerca de mi casa hay una parada de metro. El problema llegó cuando nos dimos cuenta de que esa parada no dispone de un ascensor para subir desde el andén a la calle.

Pero aún fue mas frustrante cuando reparamos en que ni la parada anterior ni la siguiente contaban con ascensor. Lo cierto es que en Madrid, ciudad con cerca de seis millones de habitantes y destino para miles de turistas, solo tres de cada diez paradas de suburbano están adaptadas para la gente con movilidad reducida.

Otro grave problema para una persona que va en silla de ruedas es ir por la calle, ya que resulta muy difícil que pueda cruzar de una a otra acera entre los coches aparcados. Lo mismo respecto a bajar el escalón entre acera y carretera. En algunos lugares, cuando es muy alto, es un grave impedimento.

Recordemos que más de cuatro millones de personas sufren algún impedimento motor en España. Me parece suficiente con que cada mañana, al despertarse, se encuentren con el reto de pasar la jornada en la silla de ruedas como para que, además, no se les facilite la movilidad, sin que tengan que preocuparse de si habrá un ascensor o de si podrán subir unos escalones.

Entre todos deberíamos hacer lo que esté en nuestras manos para que se sientan arropadas y tengan la certeza de que todos velamos por su comodidad.