V Edición
Curso 2008 - 2009
La entrevista a Pedro Narváez
Marta Echániz, 15 años
Colegio Ayalde (Bilbao)
Marta.-En el salón de la Marina del prestigioso hotel Ábalos de Madrid, ayer, dieciséis de noviembre de 2025, tuvo lugar la presentación de la última novela, Querer para Poder, del joven escritor de éxito Pedro Narváez Flores, que tras ganar el premio Planeta con Corazón de hielo, en menos de un año ha presentado esta segunda novela, que promete ser un gran éxito.
Pedro, ¿cree que esta segunda novela llegará tan lejos como la primera?
Pedro.- La verdad, cuando envié Corazón de hielo, ni siquiera esperaba que me la publicaran. Eesperaba la típica respuesta de: "Muchas gracias por contactar con nosotros, pero nuestro plan de publicaciones está completo…" Así que respondo diciéndole que me ha producido la misma incredulidad inicial que la anterior y que me alegro de que aprecien mi trabajo. En todo caso, este segundo libro me causa mayor satisfacción porque se trata de un proyecto literario muy ambicioso.
M.- ¿Piensa usted seguir vinculado a la misma editorial? ¿Le satisface el trabajo de escritor?
P.- Realmente, a escribir no lo considero un trabajo. Soy profesor de literatura en un instituto y eso sí que es un trabajo.
Para mí escribir constituye un medio de desahogo, una diversión, por así decirlo.
M.- Estoy segura de que a sus lectores –me incluyo entre ellos- les interesará saber cómo y cuándo empezó usted a escribir.
P.- Sin duda, se llevarán una sorpresa cuando les diga que en mi atolondrada juventud pensaba que leer era una pesadez.
Para empezar, sólo leía lo que me obligaban en el colegio. Sin embargo, a pesar de mi poco interés por la asignatura de Lengua y Literartura, el profesor descubrió algo en mí que me animó a apuntarme a un proyecto para jóvenes. ¿Cómo se llamaba…? Experiencia Literaria... ¡No, no, ahora me acuerdo: Excelencia Literaria!. Lo coordinaba un escritor "carroza" –decíamos entre nosotros-. Puse un gran empeño, tanto que estaba seguro de que me iban a publicar todo lo que escribiera. Sin embargo, cuando me llegó la respuesta a mi primer intento narrativo, la crítica de mi relato y la negativa a publicarlo hasta que depurara la redacción y enriqueciera el contenido, sentí herido mi orgullo. Surgieron en mí una serie de sentimientos contradictorios hacia aquel escritor y aquel proyecto. Tenía un resentimiento y un prejuicio sobre su persona, y no dudé en expresarle, con un tono agrio, el error que estaba cometiendo al rechazar mi relato. Después de mi contestación, su respuesta fue dura y sin rodeos: "Lo siento. Tu relato es vulgar y tiene un argumento que no se sostiene". Aquello fue demasiado. Me enfadé con aquel señor, Miguel Barturen... No, Aranguren. Miguel Aranguren. Quizás por eso me armé de valor para ir a unas jornadas literarias en la Universidad de Navarra, con la única pretensión de conocerle y juzgar si ese hombre era tan desagradable en persona así como en sus mensajes por e-mail. La primera impresión que tuve fue extraña, la verdad. Yo me esperaba a una persona de toscas facciones, ojos amenazadores y dientes afilados, de apariencia monstruosa e intimidatoria, imagen que habíamos creado en nuestra imaginación unos cuantos compañeros de clase. ¿Qué extraño, no, que al llegar me encontrara con una persona normal y corriente y, en apariencia, abierto y de humor moderado y notablemente desaliñado. Deduje que era un hipócrita. Si era tan agradable con todo el mundo, ¿por qué me había respondido de aquella manera? Qué ingenuo era al juzgarle de aquella forma. Me di cuenta de mi error cuando me enteré por un amigo, un tal Curro, que le llegaban aproximadamente unos cincuenta relatos y artículos de opinión a la semana (incluso más). Empecé a verlo con otros ojos. Seguro de que quería darle mejor impresión que aquella primera vez, escribí otro relato. Lo trabajé bastante más que el primero, puse más interés y, ante todo, quise transmitir un mensaje. Su respuesta fue negativa, otra vez, pero eso lo interpreté con otra actitud. Puse más esfuerzo, tanto que me salieron ampollas en los dedos de tanto escribir. Tras varios fines de semana sacrificados, obtuve mi recompensa: el nombre de Pedro Narváez figuraba en aquella lista de jóvenes escritores. Me sentí orgulloso de mí mismo. Y lo mejor era que, sin saberlo, había disfrutado durante todo el proceso. Mi profesor de Lengua insistía en que para escribir bien, hay que leer mucho. Así me aficioné a la lectura. Desde entonces no he dejado de escribir. Esta es mi historia.
M.-Interesante, Pedro. Hay que ver lo importante que ha sido este proyecto, Excelencia Literaria, en su carrera. Ha sido un placer hablar con usted. Esperemos que publique su tercera novela pronto. Muchas gracias.
P.- Espero que así sea. Muchas gracias a usted también.