VI Edición

Curso 2009 - 2010

Alejandro Quintana

La estrella

Maria Guerrero, 14 años

                Colegio Guaydil (Las Palmas)  

Un repentino escalofrío recorrió su cuerpo de pies a cabeza, dejándole una desagradable sensación de pánico.

Repasó todas las técnicas de autodefensa que le había enseñado su hermano mayor. Tras la puerta, la vio. Sintió unas ganas enormes de hacerse notar y que se fijara en él, algo imposible ya que era única en el mundo.

Empezó a moverse, inquieto. No encontraba las palabras adecuadas para describir aquella sensación, para hablar con ella y llenar el enorme silencio que les rodeaba. El espacio tiraba de él, tratando de abrazarlo. Todo estaba apagado, salvo ella, que refulgía como vela que nunca se apaga. Sonreía, y su sonrisa habría sido capaz de parar guerras y secar ríos.

Le gustaría ser él quien pudiera tocarla, pero sabía que aquello encerraba el mayor peligro, el peligro del fuego. Ella le atraía. Parpadeó y todo se hizo más claro. Ella seguía allí, pero su belleza había aumentado. Era única y especial. Había visto otras al pasear, al mirar por la ventana, pero nunca tan de cerca. Podría ser la emoción de la primera vez y podía sentir su llamada. Suspiró embobado, pero resistió. Volvió a sentarse. Estaba a salvo de su hechizo. Entonces escuchó un voz en el microfonillo.

-Central a nave, ¿me recibes?

-Aquí La Acaptia.

-¿Cuál es el problema?

-No tengo suficiente combustible para entrar correctamente en la atmósfera.

- Debes intentarlo.

-Equipo -se dirigió a los dos compañeros, que le miraban horrorizados-. ¿Estáis preparados?

No le contestaron. Como respuesta, se sentaron cada cual en su sillón.

- Colisión en tres, dos, uno...

El calor les rodeo lentamente al tiempo que cruzaban la gruesa capa de gases.

“He visto a una estrella”, pensó, “por última vez”.