XV Edición

Curso 2018 - 2019    

Alejandro Quintana

La generación

María Guitián, 17 años

Colegio Grazalema (El Puerto de Santamaría) 

Este año he comenzado a ser consciente de lo que significa ser joven. A mí y a todos mis compañeros de segundo de Bachillerato nos va a tocar dejar atrás el colegio y emprender el camino hacia nuestro futuro laboral. Entre tantas sesiones de orientación universitaria y profesional, siempre aparece una propuesta, para mí fundamental: «¿Te ves capaz de cambiar el mundo?».

Muchos de nosotros nos sabemos poca cosa ante esta posibilidad tan grande. Podemos pensar que es demasiada la responsabilidad como para asumirla, pero quizás no sea tan complicado como parece. El mundo es como un puzle gigante, del que cada uno de nosotros somos una pieza sin la que estaría incompleto. Y es ahí donde reside nuestra oportunidad para cambiarlo: si cada uno hacemos lo que estamos destinados a hacer, dentro de muchos años podremos decir: «¡Misión cumplida!». Médicos, abogados, ingenieros… e incluso profesiones que todavía no existen. Todo es válido. La condición es que no nos quedemos de brazos cruzados.

Además del miedo que tenemos a lanzarnos a la aventura, sabemos que nuestro ímpetu se ve frenado por las opiniones de los demás. Al igual que hay adultos que nos ven con esperanza como aquellos que mejorarán el futuro del país, otros tantos nos temen porque nos tachan de vagos, inactivos y poco resilientes. Estos últimos no confían en nosotros como para darnos el relevo. Sin embargo, nunca antes una generación de jóvenes había estado tan bien formada. Las nuevas tecnologías, con las que hemos crecido, han facilitado nuestro aprendizaje. Disponemos de mucha información a nuestro alcance, con la que seremos capaces de llevar a cabo aquello que nos propongamos.

Me llamó mucho la atención un artículo que comparaba la juventud actual con la juventud que describía Sócrates en uno de sus escritos. El filósofo aseguraba que los jóvenes eran todo lo que necesitaba la sociedad para salir adelante. En fin, que somos la generación del futuro y ante esta afirmación, antes que escondernos en un rincón, debemos alzar la cabeza, henchirnos de orgullo y saber que con trabajo y esfuerzo seremos capaces de crear un mundo mejor.