X Edición

Curso 2013 - 2014

Alejandro Quintana

La huida

Jaime Ortega, 17 años

                  Colegio Tabladilla (Sevilla)  

<<Correr>>, era su único pensamiento.

No podía detenerse. Si no, quedaría aplastada.

Avistó su hogar. Allí podría sentirse a salvo porque no dejaba de seguirla.

Corría en zigzag para que no la alcanzara tan fácilmente. Pero no podría mantener el mismo ritmo por mucho tiempo. Además, lo peor eran los obstáculos que se iba encontrando: se veía obligada a sortearlos, por lo que la huida se alargaba más de lo que en un principio había pensado.

Sentía sus pasos. Ya casi lo tenía encima.

Cada paso que daba le costaba más y su carrera se hacía más lenta. El corazón le latía al galope y los pulmones le quemaban a causa del esfuerzo. Se estaba quedando sin aliento, pero debía aguantar por su bien.

Para sobrevivir tendría que hacer un último esfuerzo, correr más rápido.

Sorteó una rama que se encontró a su paso y un temblor removió la tierra. ¡No podía ser! La podía alcanzar antes de que llegara a su casa. Ese pensamiento hizo que reaccionara y, de manera sorprendente, renovara sus fuerzas.

Le alegró contemplar que ya estaba cerca, pero la cubrió una sombra. No le dio tiempo a reaccionar antes de que le cayera encima.

El niño sonrió cuando por fin consiguió aplastar a la hormiga con su pie. Después de tanto esfuerzo, por fin lo conseguía. Pero la sonrisa se le borró cuando vio al insecto que se escapaba por debajo de su suela y lograba entrar en el hormiguero.

Se le había escapado y sintió algo de rabia, un sentimiento muy distinto al de la hormiga.