XV Edición

Curso 2018 - 2019    

Alejandro Quintana

La luz 

Itziar Rus, 17 años

Colegio Entreolivos (Sevilla) 

Hace tiempo Lucía escribió sobre lo triste que era ver el cielo. Era un cielo sin estrellas, vacío y oscuro. Escribió sobre los sueños que nunca se cumplen y sobre una sociedad a la que le da miedo salirse de los límites que ella misma se ha impuesto. Escribió sobre una chica sin esperanza que, irónicamente, soñaba con cambiar ese mundo.

Esa chica creía que las cosas no podían empeorar más, pero se equivocó. Todo empeoró y tanto lo hizo, que dejó de soñar, de dormir, de vivir. Sin embargo, en toda oscuridad hay un punto de luz y ella encontró el suyo. Allí se refugiaba cuando le faltaba la respiración y las lágrimas surcaban su rostro. La oscuridad que la rodeaba se hizo más fuerte y, al principio, pareció que la luz desaparecía por completo, pero un día las cosas cambiaron. La luz empezó a expandirse y a entremezclarse con la oscuridad, y aunque Lucía todavía lloraba por las noches, se dormía entre los brazos de una luz que dejaba claro que nunca la iba a abandonar. La luz tembló muchas veces, pero ella lo dio todo por proteger esa luz, su única luz, y la luz lo dio todo por protegerla a ella. Pasó el tiempo, un tiempo de derrotas, de victorias y de empates, pero finalmente la luz empezó a ganar: el cielo recuperó sus estrellas y, aunque Lucía no siempre pudiese verlas, supo que estaban allí, ocultas.

Al fin logró encontrarse a sí misma. Luchó y luchó sin desfallecer. La mayoría de las veces conseguía derrotar a la oscuridad, pero cuando no lo conseguía, encontraba dónde apoyarse. Aprendió que las cosas no son siempre como soñamos. Son mejores, pero hay que luchar por ellas con la seguridad de que nada se consigue sin sufrir antes por el camino.