XV Edición
Curso 2018 - 2019
La magia del cine
Jorge Gutiérrez, 16 años
Colegio Munabe (Vizcaya)
Pasear por las calles del París ocupado, asistir al hundimiento del Titanic o adentrarse en una de las bandas de la mafia napolitana… Todo esto y más es posible cuando se apagan las luces y empiezan a proyectarse ante nuestros ojos unas imágenes fijas de manera continuada. Basta la música de inicio para que el corazón nos empiece a latir con fuerza. En el momento en el que comienza la película, nuestras sensaciones se disparan, creando una atmósfera inigualable.
Sin embargo, los jóvenes tendemos a la inmediatez, lo queremos todo al momento y sin que nos suponga un gran esfuerzo. De ahí el éxito de plataformas como Netflix, que buscan cubrir nuestra necesidad de disfrutar del cine donde queramos, cuando queramos y como queramos. De algún modo, nos ayudan a cultivar nuestra pasión por el cine sin que tengamos que salir de casa para ver una película.
Sobre el papel todo son ventajas, tanto para los consumidores como para las empresas de entretenimiento, que cumplen su función de innovar y satisfacer la demanda del cliente. Aunque, a decir verdad, no todo es perfecto, pues también nos vemos seriamente perjudicados. Tengamos en cuenta que a los adolescentes cada vez nos cuesta más ir a una sala de cine pudiendo ver la misma película tumbados en un sofá, despreciando la magia que esa cinta adquiere en su lugar natural, la sala de proyección, donde se respira un ambiente único.
No quiero decir que debamos rechazar las plataformas o desear su desaparición, pues nos ofrecen otra forma de ver películas perfectamente compatible con las tradicionales salas de cine. Pero de vez en cuando merece la pena ir al cine para ver una película como es debido.
Termino este artículo haciendo mención a un empresario salmantino que ha decidido arriesgar su dinero para abrir salas de proyección en varios pueblos españoles. Su valor me arranca una sonrisa y me hace recordar que todavía hay románticos que creen en la magia del Séptimo Arte.