XV Edición

Curso 2018 - 2019    

Alejandro Quintana

La mirada

 María Padilla, 17 años

  Colegio Grazalema (El Puerto de Santamaría) 

Aunque han pasado muchos años, no consigo olvidar una mirada. Se me metió en el alma y ahí sigue, sin moverse, sin echarse a un lado, sin dejar paso a otros sentimientos más alegres. Estancada, quieta. Fueron apenas unos segundos, pero me contagió una amargura que desde entonces me gobierna.

El mendigo arrastraba una pierna y llevaba una bolsa de plástico muy sucia agarrada con fuerza. Coincidimos en el paso de peatones de una larga avenida que yo cruzo todos los días para llegar a la oficina. Por instinto, cuando me vi a su lado, aligeré el paso para no quedarme a su altura. Y cuando alcancé la otra acera, quizá movida por un leve cargo de conciencia, me volví y nuestras miradas se cruzaron.

Nunca nadie me había mirado así. Lo hizo fijamente, con una mezcla de ternura y compasión, con sufrimiento, con una profundidad que me hizo daño. Sostuve su mirada un instante y me hundí en el lago gris y de aguas estancadas de mi egoísmo. En sus ojos vi reflejada mi indiferencia, mi soberbia, mi orgullo ridículo y todas y cada una de las mentiras sobre las que había sustentado mi vida hasta entonces.

Y aunque no puedo olvidar esa mirada, no quiero que se repita.