X Edición

Curso 2013 - 2014

Alejandro Quintana

La otra orilla

Nuria de Fuentes, 14 años

                  Colegio La Vall (Barcelona)  

Andaba tenso, intranquilo, furioso con la vida. Consideraba que había sido muy dura con él en los últimos meses. Llegó al parque del Retiro, se sentó en un banco y se puso a reflexionar.

Se trasportó al 22 de enero, cuando su vida empezó a oscurecer pues a su mujer le diagnosticaron una enfermedad incurable. El médico pensaba que viviría tres meses.

Tuvo claro que no podía hundirse; ¿qué pensaría su hijo? Se mantuvo sereno para cuidarla y dedicándose al niño. Pero todo transcurrió mucho más deprisa de lo esperado: no había pasado ni un mes de la noticia, no había tenido tiempo de mentalizarse pero ocurrió.

Se encontraba en la oficina cuando le llamaron del hospital para decirle que su mujer había empeorado de pronto y que, seguramente, iba a fallecer. Y así fue. Él tuvo el tiempo justo para decirle que la quería y darle un último beso. Al niño le costó entender que su madre había muerto.

La tristeza inundaba su mundo. Además, su hijo no era el mismo. Pero buena parte de la culpa la tenía él, que no había vuelto a sonreír desde la desgracia, desde el 12 de febrero.

Decidió regresar al presente. Era 22 de febrero y brillaba el sol. Se daba cuenta de que no estaba actuando bien, que no debía hundirse. Además, recordó algo que le había dicho su mujer cuando ya estaba muy enferma: <<Juan, cuando me muera, por favor, no te cierres en ti mismo. Cuida de Jaime y recuerda todos estos años para que sean tu energía. Te quiero Juan. Os quiero a los dos>>.

Juan se puso en pie y se fue a buscar a su hijo al colegio. Le pidió perdón, fueron al cementerio y luego cenaron en su restaurante preferido. Por primera vez en un mes se sintieron felices.