XV Edición
Curso 2018 - 2019
La polarización
que desune
María Rodríguez Romero, 16 años
Colegio Tierrallana (Huelva)
No son pocas las veces que escuchamos en nuestro día a día expresiones como: «seguro que es un rojo» o «un facha», términos pronunciados con un despectivo tono que consigue hacerme recordar esas tristes historias que mis abuelos me contaron, en las que los vecinos se enfrentaron a muerte con sus vecinos, los hermanos con sus hermanos, los padres con sus hijos… a causa de la política.
Tengo la sensación de que esta división polarizada ha aflorado de nuevo en nuestra sociedad, provocando divisiones que rozan la violencia, sobre todo entre los más jóvenes. Basta abrir una red social y, de forma aleatoria, entrar en el perfil de cualquiera de nuestros contactos, para encontrar mensajes repletos de insultos a los seguidores de uno u otro partido político. Esta misma sinrazón se vuelca también en la elección de los lugares de ocio, en el estudio en colegios públicos o privados, al igual que en las universidades. Ante cualquier asunto de libre elección nos dejamos llevar por la «etiqueta» de la polarización.
Quizá estas divisiones surjan a partir de la gestión política de nuestros gobernantes, en la que más parecen buscar mantenerse en el poder que el bienestar de los ciudadanos, para lo que recurren a la división, que irremediablemente conduce al odio. Los daños que están provocando los partidos políticos han quedado patentes en aquellos discursos donde se han encargado de reabrir las llagas casi cicatrizadas de nuestro pasado, el mismo del que me hablaban mis abuelos.
Unos y otros vinculan el patriotismo, la igualdad o los derechos básicos con unas tendencias políticas concretas, como si los votantes de otros partidos no fueran patriotas o desdeñaran la igualdad y pusieran en solfa esos derechos, alentando la intolerancia y los prejuicios. La intolerancia se ha expandido, habiéndose hecho natural que cuando estamos expresando nuestra opinión, haya otra persona decidida a no dejarnos completarla, lo que nos obliga a ponernos a la defensiva para dar inicio a una batalla dialéctica que solo conduce a la polarización.
Todos los ciudadanos debemos entender que más allá de cualquier ideología, está el ser humano. Todos buscamos la felicidad, aunque por distintos caminos y tenemos que comprender al que piensa y vive de otra manera. El hombre es un ser social, que necesita la interacción con los demás para cumplir esa felicidad. En armonía con todos llegaremos a conseguirlo.