XXI Edición

Curso 2024 - 2025

Alejandro Quintana

La verdadera fraternidad 

Nahia Zapatero, 16 años

Colegio Ayalde (Vizcaya)

Soy la hija mayor de mi familia y confieso que ejercer como tal no es fácil. Para que el lector me comprenda, vivo con la presión de hacer en cada momento lo correcto, pues mis padres me recuerdan que mi comportamiento debe ser un ejemplo para mi hermano. No siempre lo consigo, claro. Sin embargo, a diferencia con otros entornos familiares, mis padres no me lo exigen, pues comprenden que soy una adolescente con mil proyectos en la cabeza.

Les estoy agradecida por ello, ya que en otros hogares no todo es comprensión hacia los hijos mayores, a quienes muchas veces no se les brinda apoyo, sino que se les exige sin empatía. Aún así, trato de hacer las cosas bien, consciente de que es un reto hermoso, aunque complicado. Mis padres y mi hermano se lo merecen, y es un modo de agradecerles su compañia y consejo cada vez que los necesito.

Conviene recordar que los hermanos son nuestros primeros amigos y compañeros para toda la vida. Con ellos compartimos juegos, risas, tristezas, alegrías, enfados, esperanzas… Es cierto que de niños llegamos a pelearnos unos con otros, pero también disfrutamos juntos de nuestras aficciones y gustos.

Por estos y otros tantos motivos, puedo decir con orgullo y libertad que tengo como propósito ser un ejemplo para él, además de que compruebo, al mismo tiempo, que él lo es para mí. Como aquella vez que paseábamos cada cual con un perrito caliente en la mano y prefirió dárselo a un mendigo, o el día que me regaló su juguete favorito al verme triste. No hay nada que llene más que ser de apoyo para los que más quieres.