XVII Edición

Curso 2020 - 2021

Alejandro Quintana

La vida en
noventa minutos 

Daniel Fernández de la Mela, 17 años 

Colegio Tabladilla (Sevilla) 

Me he puesto a analizar el ciclo que empieza con el nacimiento y finaliza con la muerte, al que llamamos vida. Pues bien, no he necesitado grandes cavilaciones para descifrarlo. Se me venía una palabra a la mente, capaz de recoger el amplio y confuso significado de la vida: fútbol.

Este hermoso y bello juego lleva intrínseca la vida desde sus inicios. Es pasión, talento, dedicación y amor. Es todo un esfuerzo por disfrutar de cada momento como si se tratase del último que disponemos. No creo que haya nada que englobe mejor al mundo entero. Y si la hay, prefiero no conocerla. 

Es de lo que se habla en el autobús a las ocho la mañana de cualquier lunes, de lo que se charla a las once y media, cuando toca la hora del café con dos medias de jamón, aceite y tomate –por dos euros y pico en el bar de siempre–, de lo que se discute durante el almuerzo de los sábados con los amigos, de lo que se polemiza en todas partes. Y todo por una sencilla razón: el fútbol afecta de igual manera a un funcionario de la Junta, a un taxista, al director de Coca-Cola y al presidente del Gobierno. No existe persona, grupo o empleo público y privado que pueda escaparse de su magia. Si alguien lo duda, que pregunte a cinco niños qué quieren ser de mayor… y que reflexione sobre su idéntica respuesta.

Cuántas veces habré intentado sin éxito solucionar el misterio de su belleza. ¡Cientos, incluso miles!, todas ellas con un fracaso estrepitoso. Ocurre lo mismo con la vida, de la que es imposible descifrar su arcano.

Las mariposas en la barriga antes del pitido inicial o del lanzamiento de un penalti son las mismas que aparecen en los momentos más felices en cualquier ser humano. Esta magia que tiene el fútbol es la representación de la existencia. Es tan estrecho su vínculo que la vida misma aprende cosas del fútbol. Porque si las ideas mueven el mundo, el fútbol mueve la vida, y un mundo sin vida no es mundo, al igual que una idea sin conexión con el fútbol, no es idea.

No existe fútbol sin vida, al igual que tampoco existiría vida sin fútbol. Esta simbiosis es la clave que acentúa la hermosura de todo milagro. Maradona afirma que se arrepiente del noventa y nueve por ciento de las cosas que ha hecho a lo largo de los años, pero el uno por ciento, que es fútbol, salva el resto.