XIV Edición

Curso 2017 - 2018

Alejandro Quintana

La visita de don Mauricio 

Mónica Lastres, 17 años

              Colegio Orvalle (Madrid)  

Era martes y, según el horario escolar, nos tocaba clase de formación religiosa. Ese día iba a venir un ponente muy especial: don Mauricio, párroco en una iglesia situada en el extrarradio de la ciudad. Sin embargo, reconozco que cuando entré en el aula y me senté junto a mis amigas, no tenía mucho interés en lo que pudiera contarnos.

Don Mauricio es un sacerdote de presencia imponente y de mucho carácter. Pero, al mismo tiempo, se trata de un hombre con gran corazón. Puso toda su ternura al hablarnos de sus feligreses, compartiendo con nosotras algunas historias. Por ejemplo, la de Carolina, una anciana que está en silla de ruedas y no tiene quien pueda atenderla; o la de un niño al que llaman Jampi, que vive con su abuela porque a sus padres les han quitado la custodia; o la de Hugo El pelirrojo, hijo de inmigrantes rumanos que conoce el hambre; o la de Duna, una mujer de Zaire que llegó a España huyendo de la guerra.

Cuando finalizó la clase, estallamos en un aplauso. Nuestros ojos brillaban por la emoción. Entonces me acerqué con mis amigas a don Mauricio, al que prometimos que ese mismo fin de semana iríamos a visitarle a la parroquia, con ropa y comida para sus feligreses necesitados. Todo en nosotras fueron promesas y buenas intenciones. Pero nuestro compromiso se quedó en nada a los pocos días, lo que hoy me hace recordar cuántas veces he vivido una situación parecida: escucho algo conmovedor, se me remueve la conciencia, quiero prestar un servicio desinteresado… pero todo se queda en deseos que termino por olvidar.

Sin embargo, ante la realidad de nuestra falta de constancia, no debemos frustrarnos sino todo lo contrario. Una vez aceptadas nuestras limitaciones, habrá que empezar de nuevo, tratando de cumplir pequeños retos desinteresados en favor de los demás. Así, cuando don Mauricio vuelva al colegio para hablarnos de su labor, no volveremos a ser estrellas fugaces.