XXI Edición
Curso 2024 - 2025
Lo mismo que dijo
Ignacio Sánchez Albert, 16 años
Colegio Stella Maris La Gavia (Madrid)
Como el día anterior, la alarma sonó a las cinco y media de la mañana. Estirando la mano, logró apagarla y se quedó durante unos momentos tumbado boca arriba en la cama del hotel. Apenas había dormido tres horas, pero tenía que marcharse en seguida.
Una hora más tarde se encontraba en el aeropuerto. No sabía cuál era su destino. Tampoco le importaba. Le acompañaban su representante y un ayudante que le llevaba el equipaje. En cuanto llegaron a la sala de embarque, este se fue a comprar tres cafés.
–Pero, ¿te das cuenta de tus ojeras? –le abroncó el representante.
Él no se molestó en escucharle.
Una vez en el avión, se acomodó en su asiento de primera clase, apagó el televisor que tenía enfrente, se sirvió una cerveza fría, estiró las piernas todo lo que pudo –hasta tocar el asiento que tenía delante– y, de inmediato, comenzó a llorar. Echaba de menos a su madre, a sus hermanas, a sus amigos, su pueblo…
Pensó que le gustaría cambiar su fama, el piso de Madrid en la calle Lope de Rueda y todo su dinero por aquellas mañanas de verano que pasó en el río con sus abuelos Juani y Ramón; las tardes que salía a caminar por la carretera del pueblo con el sol de espaldas, acompañado de todos sus amigos, listos para una nueva aventura; las noches en las que se reunía toda la familia alrededor de la hoguera que prendía el tío Antonio en el jardín y cantaban y bailaban hasta cansarse. Lo haría sin pensarlo dos veces, pero ya era demasiado tarde.
Esbozó una pequeña sonrisa. «Al menos, esta es la última gira».
Sabía que se trataba de un mero consuelo, pues fue lo mismo que se dijo el año anterior.