X Edición
Curso 2013 - 2014
Lo que realmente importa
Raquel Casañ, 15 años
Colegio Vilavella (Valencia)
Se detuvo frente a una puerta de madera. Dudó un instante, pero tiró de ella con tanto esfuerzo que bien podría haber arrastrado una montaña.
El interior del taller no era muy distinto al aspecto exterior del edificio. El orden no parecía una prioridad en aquella estancia. Aun así, era un lugar agradable porque olía a madera recién cortada y varios instrumentos descansaban junto a una pared repleta de estantes. Era el sitio perfecto para deshacerse de su sueño.
El hombre que había detrás del mostrador le obsequió con una sonrisa. Tras examinar con atención el instrumento que ella le ofrecía, le propuso un precio razonable que ella aceptó. Antes de salir, la muchacha volvió la vista atrás con un nudo en la garganta. Sólo quería ver cómo su violín se mezclaba entre tantos otros, confundido en una de las polvorientas estanterías del taller del lutier.
Una vez completada la difícil decisión, sólo le quedaba irse a comprar el nuevo ordenador. No obstante, la vida no es tan fácil; a menudo nos topamos con sucesos que cambian nuestro rumbo, como si alguien los hubiera dejado ahí para que reflexionemos.
Justo antes de entrar en el centro comercial escuchó una melodía que le hizo estremecerse. Al otro lado de la calle se encontraba una de esas personas que, no se sabe bien si por placer o necesidad, envuelven las calles con su música. Aquel violinista callejero interpretaba una melodía capaz de llagar el corazón, una melodía que había marcado la vida de nuestra protagonista, pues fue tras escucharla, muchos años atrás, cuando decidió que iba a aprender a tocar aquel instrumento.
Como la memoria es una cruel compañera, a su mente llegaron los recuerdos: el primer día en el conservatorio y el último, las horas de ensayo, las reprimendas y las felicitaciones. Los nervios y el cansancio. Y claro, los amigos y las risas, que nunca faltaron. ¿Por qué iba a desechar todo aquello?...
Tras susurrar un <<gracias>> al intérprete, echó a correr. Después de una carrera y un par de billetes recuperó su violín. Hacía mucho tiempo que no se le dibujaba una sonrisa tan sincera.