V Edición
Curso 2008 - 2009
Los hermanos mayores
Claudia Falgueras, 15 años
Colegio La Vall (Barcelona)
Mis padres me dieron la noticia un viernes al volver del colegio. Desde pequeña, mi ilusión ha sido viajar a los Estados Unidos de Norteamérica. Había hecho el intento de ahorrar dinero un par de veces, pero siempre acababa tentada y me iba de compras con las amigas. Un fracaso que me obligaba a empezar desde cero otra vez. Mi padre se reía de mí.
Por eso no di crédito a mis ojos cuando mi padre me acercó un email imprimido con la palabra “au pair” en el apartado: “asunto”. Se había informado de una familia americana que buscaba canguro para su hijo pequeño durante tres semanas del verano. Mi madre les escribió, informándoles de mis ganas de visitar América y aprender inglés. Sería una maravilla, a la vez, trabajar de niñera para ellos.
Ahora estoy sentada en el salón de la familia Ieger. Tommy, a mis pies, está acabando la construcción de una nave espacial que le acaban de regalar por su cumpleaños. Es un chico delgaducho, rubio, con pecas en el rostro rosado. Tiene una sonrisa agradable pero sus ojos no reflejan felicidad. Hoy cumple ocho años y está solo. Bueno, está conmigo. Sus padres se han marchado a trabajar nada más soplar las velas con él y sus tres hermanos mayores ni siquiera han participado en la celebración.
Al mirarle, me acuerdo de mi hermano pequeño, Jorge, que tiene su misma edad. Al contrario que Tommy, él es la alegría de la casa, a pesar de lo tozudo que se pone en ocasiones.
Me da lástima observar a Tommy, sin nadie alrededor -salvo yo- alegrándose por su gran día. Mi hermano en su cumpleaños se sabe el rey de la casa. Le tratamos como mayor y eso le alegra aún más. Pero Tommy está solo. En su primera pregunta, nada más llegar del colegio, ha querido saber si estaba Peter, su hermano de catorce años. Le he contestado que Peter se encuentra en su habitación. Ha subido las escaleras para jugar con él, pero Peter, como es usual, le ha echado del cuarto. Dice que su hermano pequeño es un estorbo. Así que Tommy ha terminado junto a mí, absorto en sus construcciones.
Sus dos hermanas mayores se pasan la mayor parte del día fuera de casa.
A veces me entran ganas de regañarles, por el vacío que le hacen a Tommy. Pero mi timidez no me lo permite.
Los hermanos mayores son necesarios. Los pequeños quieren imitarnos para ser como nosotros. No podemos defraudarles.