XVII Edición

Curso 2020 - 2021

Alejandro Quintana

Los por qué 

Yitong Pan, 17 años 

Colegio IALE (Valencia) 

Desde que los hombres somos hombres nos preguntamos el por qué de las cosas. Sin esta pregunta continuada, no hubiera habido progreso. Cuando un niño lanza su primer <<¿por qué…?>> toma las llaves con las que podrá abrir cada puerta del camino de su vida y resolver muchos misterios.

Ya no recuerdo cuándo aprendí a pronunciar esta fórmula mágica. Puede que de boca de mis padres o de los profesores, aunque sea connatural a nuestra naturaleza. Ahora eso no importa. Lo que me interesa es saber la razón de tanta curiosidad.

Hacer preguntas lleva a la comprensión de las cosas fundamentales del mundo, y estas percepciones nos guían para ser creativos. Al preguntarse por qué se producen los rayos a partir de los truenos, hemos podido desarrollar generadores y aparatos eléctricos. No hay duda de que las continuas dudas nos han hecho evolucionar.

Pero el por qué no siempre nos guía hacia respuestas “bonitas”. Recuerdo una tarde nublada de camino al colegio, cuando me encontré un gato gris despanzurrado en medio de la carretera. Como por aquel entonces no estaba familiarizada con la muerte, le pregunté a mi madre por qué aquel gato no se movía. Ella me respondió que había caído en el sueño eterno. Me tragué la siguiente duda, al presentir que no me llevaría a algo bueno.

Cuando crecemos, algunos dejan de cuestionarse los hechos que suceden. Quizás con el paso del tiempo perdamos este instinto o nos venza el pragmatismo. No quedan tiempo para los por qué ante el pago del alquiler, hacer la compra, llegar a la oficina…tal y como hacíamos de pequeños. Aun así, mucha gente, como los científicos, filósofos y artistas siguen explorando el ámbito maravilloso de los interrogantes. Creo que yo tampoco guardaré mi curiosidad en el fondo de un cajón, pues sé que es la mejor manera de resolver quién soy, qué hago aquí y cuál es mi destino.