VI Edición

Curso 2009 - 2010

Alejandro Quintana

Luces de colores, oscuridad
y sombras

María de la Hoz, 16 años

                 Colegio Peñamayor (Oviedo)  

Las luces de colores se mezclaban con sombras negras proyectadas en las paredes, y con los diferentes ruidos de la estruendosa y mecánica -y a la vez pegadiza- música que en ése momento atronaba el local. Había muchísima gente y un olor fuerte, mezcla de tabaco, colonias, vodka y sudor. Aquella era una de esas discotecas a donde la gente acudía a borbotones, de las mayores y con más prestigio de la ciudad, y que sostenía, sábado tras sábado, cifras alarmantes de personas por metro cuadrado.

Eran las cuatro de la madrugada y la atmósfera rebosaba codazos y pisotones. Un grupo de amigos bebía y bailaba. Antonio era alegre, amante de las motos, siempre con un mechón de pelo castaño sobre la frente, un chico de buen carácter. Era el menor de seis hermanos, por lo que gozaba de bastante libertad. Tenía una personalidad expansiva que hacía que cayese bien a todo el mundo. Mario, moreno, alto, fuerte y divertido, disfrutaba a tope de las fiestas de todos los sábados.

Cuando Mario se despertó, sintió una mezcla de mal humor y vergüenza de sí mismo. Un sentimiento de reproche le iba invadiendo la cabeza. Hizo acopio de fuerzas y se levantó de la cama. Estaba agotado: apenas había logrado dormir. Un intenso dolor de cabeza hacía que se acordase de las numerosas copas que se había bebido. Tenía la memoria cargada de juicios y palabras. Reconocía que se había dejado llevar por un falso sentimiento de libertad. Por si fuera poco, estaba enfadado con Antonio. No soportó que su voz sincera le dijese que su conducta era decepcionante, ya que divertirse no significa beber alcohol hasta perder el norte.

Mario se había revuelto por dentro. Aquellas palabras le habían encrespado porque, orgulloso, tenía miedo a reconocer que eran ciertas. Pero ahora que había llegado la mañana, se arrepentía de su comportamiento. Sentía una imperiosa necesidad de hablar con Antonio.

Cogió el móvil. Había descubierto que Antonio era un amigo de verdad. Pensó decirle que se lo agradecía. Marcó su número.