XIV Edición

Curso 2017 - 2018

Alejandro Quintana

¿Me querrá más? 

María Rodríguez, 16 años

          Colegio Orvalle (Madrid)  

Como cualquier adolescente, ella necesitaba —al menos, eso decía— más tiempo libre, porque ya no era una niña que dependiera de los adultos y mucho menos de sus abuelos.

De pequeña solía ir a casa de los abuelos después del colegio, ya que sus padres seguían en el trabajo y no tenía hermanos. Quizá por esas circunstancias, ellos se mostraban siempre dispuestos a concederle cualquier antojo. Si quería ir al parque, ellos la llevaban; si quería chucherías, inmediatamente cumplían sus deseos. Eran tantas las cosas que hacían por ella que podía decirse que solo tenían ojos para su nieta.

Con los años, los caprichos cambiaron: «Necesito dinero», anunciaba al entrar en la casa, y de la misma salía a gastárselo. Lo mismo ocurría con sus deseos de ropa nueva, música, cine, libros… Pero los abuelos se fueron haciendo mayores y empezaron a necesitar más atención para ellos mismos que para su niña. Las visitas a distintos médicos empezaron a ser frecuentes y ya no salían a pasear ni de compras con ella. Se pasaban la tarde aguardando la visita de su nieta, pero ella decidió cambiar las visitas a aquella casa por pasar las tardes con sus amigos.

Primero murió el abuelo. La abuela, unos meses más tarde. En cada uno de los entierros la chica experimentó un raro sentimiento: «¿Por qué no lloro?... ¿Acaso no tengo corazón?». Después de que se cerrara la fosa con los restos de la abuela, comenzó a deambular por los pasillos del cementerio. Sin pretenderlo, escuchó a una anciana que le decía a una niña mientras le mostraba un billete:

—Si te lo doy, ¿me querrás más?

En ese instante se sintió vencida por el peso de su egoísmo. Y comenzó a llorar.