I Edición

Curso 2004 - 2005

Alejandro Quintana

Médicos sin fronteras

Juan Moreno Borrallo, 16 años

                Colegio El Prado, Mirasierra (Madrid)  

     Ha salido a la luz lo que ya se conoce como el mayor escándalo de la historia clínica de la Comunidad de Madrid: la polémica muerte por sedación de una treintena de personas.

     El asunto podría haber quedado en un escándalo que se lleva a los juzgados y queda resuelto por vía penal. Sin embargo, hemos sido testigos de una inexplicable resistencia por parte de las autoridades de las altas esferas del gobierno socialista. Para empezar, llama la atención que el Ministerio de Sanidad hubiera recibido un informe tiempo atrás con todos los hechos y no hubiera movido un dedo. Bueno, miento, se movió lo suficiente como para archivar el caso donde nunca se encontrara. Pero esa actitud no concordó con la de los miembros políticos afectados directamente. Por eso la reacción del Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, que fue tomar medidas preventivas por su cuenta y riesgo: consiguió una autorización para suspender a los médicos presuntamente implicados en el caso.

     Lo más inquietante de todo es que, a pesar de que todas estas acciones fueron realizadas como medida cautelar, los médicos ponen el grito en el cielo ante este atentado contra su "dignidad profesional" y se lanzan a la calle en manifestaciones de apoyo a los detenidos, exigiendo la cabeza del Consejero. Pero echemos un vistazo a la otra cara de la moneda, en la que se mezclan el estupor, la incredulidad y el atontamiento, y que cuenta como llevó a su abuelo al hospital a que le ayudaran con una bronquitis y a los dos días se lo devolvieron muerto. Y desde la nebulosa de las pesadillas va tomando forma lo que parece llegado del mundo de la ficción, pero que es una horrible realidad: nuestra sociedad, cual si de una marioneta se tratara, está siendo hábilmente manipulada.

     ¿Cuál es el desenlace de este asunto? De la nada surge un “héroe” que, oponiéndose a la mayoría de la opinión pública, grita: "¡No! ¡Esto ha sido un brutal asesinato!¡Merecen la cárcel!” Reviven los valores enterrados de la sociedad, que toma conciencia de la realidad de los hechos y se pone de parte del líder que ha visto por fin la verdad. Y el héroe, acto seguido de haber metido a todos los responsables entre rejas, y una vez que se ha ganado a la mayor parte de la sociedad, dice: " Nos hemos librado ya de los causantes de la brutalidad sanitaria. Ahora, por tanto, para velar para que esto no vuelva a repetirse, vamos a elaborar una ley que garantice al enfermo que no le van a darle fármacos mortales.

     Conclusión: eutanasia. Se ha destapado el bote de las esencias: todo vuelve a girar en torno a esta idea neurótica, en esta vorágine que parece haber, valga la redundancia, "sedado" la conciencia de la sociedad.

     Y yo me pregunto: ¿Qué mente maquiavélica puede concebir semejante destino para la gente de bien?