VI Edición

Curso 2009 - 2010

Alejandro Quintana

Mentalidad

Veronica Shpunt

                 Colegio Altaviana (Valencia)  

“No puedes entender a Rusia sólo con tu mente”

Hace tres años llegue a Espana, totalmente sola, sin saber hablar bien el idioma y sin conocer a nadie. España no sólo tiene otro idioma sino otra cultura, un clima diferente al mío, al igual que la comida, pero lo que más me llamó la atenció fue la mentalidad que refleja su sociedad. Nunca creí que esto puediera ser tan importante. No solo me refiero a la difrencia entre las tradiciones, las costumbres o las fiestas nacionales. Es otra forma de pensar, de entender la vida y de hacer las cosas.

¿Qué significa ser rusa? ¿Cómo soy? ¿Qué siento? ¿Cómo pienso?... Estas preguntas me las hice durante mis primeros meses en España y, por desgracia, no tenia respuestas. Pensaba que qualquier automóvil hace las funciones de un taxi, me quitaba los zapatos nada más entrar en casa, cenaba a las siete, tenia vergüenza de dar dos besos... Aunque estos detalles son nada frente a la diferencia que sentía por dentro. No entendía los chistes, por qué los demás me veían fría y lejana, por qué soy tan diferente…

En Rusia no celebramos la Navidad el 25 de diciembre sino el 7 de enero. Por otro lado, me resulta dificil vivir sin la presencia contínua de la nieve, echo de menos las creps con huevas rojas de pescado y los domingos en el Baño Ruso. Sí, mi alma vive en los Urales, entre nieves perpetuas, temperaturas bajo cero y extensísimas llanuras.

Los rusos, lo reconozco, no ponemos medida al amor, ni a la amistad, ni a la generosidad... ¡Ni al alcohol! Somos extremos, como las temperaturas de Siberia. Estámos acostumbrados a situaciones en las que todo es impredecible. Por eso en Rusia no existe la depresion: nadie tiene tiempo para sufrirla. Somos de carácter fuerte, estamos acostumbrados a una vida dificil.

Los hombres rusos son muy duros. La eduacion es muy recta y el nino sabe que cuando crezca tendrá que mantener a toda la familia, en lo material y en lo moral. Un niño ruso no puede llorar, no pueden monstarar flojera. Las mujeres aprendemos, desde chicas, los trabajos del hogar. Al igual que no tenemos clases sociales, sentimos mucho respeto por los hombres. La nuestra es una sociedad de patriarcado en la que, a cambio, cada mujer tiene asegurada la proteccion total de su esposo. Sirva como ejemplo que para un hombre ruso es humillante que una mujer le invite, por ejemplo, a comer. Ellos siempre pagan.

En occidente la gente desconoce que, durante decenios, los rusos no pudimos vestirnos a nuestro aire. Las mujeres, de alguna manera, estábamos obligadas a aparecer llamativas. ¡Somos muy guapas! Y si no damos dos besos cuando nos presentamos, a quien le ofrecemos nuestra confianza le aseguramos la fidelidad de nuestro corazón.

Si en Espana la gente está acustumbrada a pasar mucho tiempo en la calle, en donde es posible conocer a otras personas, hablar con unos y con otros..., nosotros estamos condicionados por el frío a pasar casi todo el tiempo en casa. Tal vez por eso el alma rusa sea muy sensible. No siempre necesitamos palabras: podemos ver y sentir sin ellas. Nos alegran cosas tan sencillas como el amanecer, la combustión de la chimenea o el florecimiento del manzano. Por otro lado, sufrimos un carácter fatalista: primero actuamos, después pensamos si lo hemos hecho bien y después probamos dos veces más. Uno de nuestros dichos es que “Dios quiere numero tres”.

Se puede decir que vivimos al día y lo disfrutamos. Si tenemos dinero, no nos importa gastarlo de una vez. Al igual, si cabe la posibilidad de enamorarse localmente solo por un día para, después, recodar de este sentimiento, lo hará.

Esta es nuestra mentalidad, la que nos marca el origen, la sangre, la tierra que tiene su cultura, su historia y su vida.