VI Edición

Curso 2009 - 2010

Alejandro Quintana

Méritos de verdad

Jorge Simón, 17 años

                Colegio Vizcaya (Bilbao)  

El Día Mundial de la Paz, un escritor impartió una charla de en nuestro colegio. Aprechó para promocionar una fundación que trabaja con los más desfavorecidos en la India para dignificar sus condiciones de vida. Nos explicó todo lo que el fundador, Vicente Ferrer, hizo para que aquellas personas pudieran salir de la miseria. Gracias a su esfuerzo abnegado pudo edificar más de mil casas, sin recibir beneficio alguno, sólo por solidaridad con los más pobres.

El escritor también nos dio su opinión sobre los medios de comunicación. Tachó de inmeritoria la fama de muchas personas, señalando la importancia de conocer a hombres y mujeres que sí que han hecho méritos para ser recordados. Estaba en lo cierto. La mayoría de las personas de renombre que hoy ocupan los medios, han llegado a donde están sin ningún esfuerzo, sin producir ningún beneficio a la sociedad ni a nadie en concreto. Les nombran frecuentemente en muchos programas de televisión e, incluso, hasta en periódicos. Son conocidas antes y más que muchas otras cuyos logros han supuesto progresos importantes (médicos, sociales...). Muchos de nosotros no sabemos quién ha inventando una vacuna, pero sí con quién se casó determinado torero. Este sólo es un ejemplo sobre esos personajes que forman parte de nuestro mundo sin ningún mérito. Son famosos de baja estofa, concursantes de reality show…, gente que sin haber hecho nada se han ganado la popularidad.

Con este tipo de personas como referencia, la sociedad no puede avanzar. Además, muchos jóvenes desisten en sus sueños importantes y confian en que les llegue una oportunidad para ser famoso y vivir cómoda y lujosamente. Los ejemplos anteriormente citados nos hacen creer que, sin esfuerzo una persona se puede ganar la vida.

Se debe promover el reconocimiento público de aquellas personas que son o han sido grandes por su contribución al bien común, quienes por sus hechos deberían ser recordados y conocidos por todos, mucho antes que los cientos que hoy ocupan inmerecidamente su lugar. Si en vez de realizar tantos programas rosa, las cadenas de televisión dedicasen unos minutos diarios a rememorar la vida de ese tipo de personalidades, habría quien, concienciado por sus actos nobles, los tomase como referencia.