II Edición

Curso 2005 - 2006

Alejandro Quintana

Mi amado dolor

María Gracia Callejo

                Colegio Senara  

A mis hermanas mayores,

tan valientes.

Gracia

   Tensión. Una respiración acelerada. Luego, nada. Tensión.

   Un lloro se escucha por encima de los susurros. Un lloro no; tu lloro. Estás muy cerca, junto a mí.

    Lloras y yo río, dejando escapar lágrimas de dolor y emoción entremezcladas.

   Alivio, alegría, emoción, temor…

    Un escalofrío recorre mi espalda, pero no me preocupo. Me acerco más. Siento el contacto de tu piel, tu pecho junto al mío; dos corazones latiendo al unísono. Antes dentro, ahora fuera.

   Hago un esfuerzo y recuerdo. Nueve meses atrás la gran noticia, alegría esperada. Compartir la primera ecografía, patadas, la camisa premamá, contracciones… Nueve meses de espera para ver tu rostro, parecido al mío. Te miro por primera vez y sólo debo hacer una cosa: amar.

   Dicen que no puedes querer lo que desconoces pero, créeme que, aunque he estado a tu lado un instante, un suspiro, soy capaz de morir por ti. Nuestras vidas están ligadas para siempre.

   Quisiera hacer este momento eterno, estático y obligarte a prometerme que todo va a seguir igual. Felicidad, cariño, seguridad; sin la menor sombra de duda o temor.

   Otro escalofrío recorre mi espalda y me asusto. Te abrazo aún más fuerte, queriendo que tu piel se funda con la mía. Vendería mi alma con tal de que tú estés a mi lado, siempre, necesitándome.

   Sé que no va a ser así y lloro. No puedo soportar la idea de que te pase algo. Crecerás y te alejarás, quizá me odies o desprecies. Puedes ser un Edipo, un Bruto o un Nerón. Todo eso me asusta y quiero gritar. Fallarte me produce un terror aún mayor. ¿Y si fuera mala madre? ¿y si no te diera todo lo que te mereces? Si te malogras, será culpa mía, y eso es algo que jamás me perdonaría.

   Te miro, y algunos sentimientos contradictorios afloran en mi interior, rugiendo ferozmente. Te quiero. Tengo miedo y por un momento me siento más indefensa que tú. Añoro mi niñez. Hoy eres cachorro, mañana titán, y quizá no esté entonces para orgullecerme.

   Siempre serás mi amado dolor, temida dicha, esperanzadora angustia. Te miro y sólo puedo hacer una cosa: amar.