X Edición
Curso 2013 - 2014
Mikel
Irene Cánovas, 14 años
Colegio Iale (Valencia)
Mikel se despertó como todos los días, aunque era 25 de diciembre, día de Navidad. Mikel siempre se despertaba de mal genio.
Nada más levantarse se fue a tomar algo en el McDonald’s. Pidió una hamburguesa con curry. El único cambio a su monotonía fue que, en vez de sentarse en la primera mesa que se encontraba, buscó otra a la espera de su mejor amigo, Nicolás, con el que hacia tiempo que no charlaba.
Nada más llegar, Nicolás le lanzó una propuesta:
-¿No crees que ha llegado el momento de ayudar a la gente necesitada?
Mikel le miró extrañado.
-Me niego en rotundo; no tengo tiempo para esas tonterías.
Pero luego se quedó pensativo. Por primera vez, desde hacía años, se acordó de su hermano pequeño. Desapareció un buen día sin decir adiós. Los problemas se multiplicaron y se distanciaron. El tiempo se había encargado del resto.
Un pequeño sentimiento se despertó en su interior hasta adquirir fuerza. Dudó un instante más y finalmente decidió marcharse con Nicolás para atender a quienes, en esa noche de Navidad, fuesen a dormir sin techo.
<<No tengo mucho dinero que ofrecerles, pero podré darles parte de mi tiempo y de mi compañía>>, pensó. <<Al menos haré algo útil>>.
Nicolás conocía a Mikel de toda la vida y sabía que era poco charlatán y un hombre de mal genio, pero buena persona en el fondo de su egoísmo. Sólo necesitaba un pequeño empujón para ser mejor y Nicolás estaba dispuesto a dárselo.
Al llegar, el encargado del albergue para gente pobre les dijo que eran muy bien recibidos.
-Nos ayudarán a servir la comida.
Cuando Mikel levantó la vista, se le encogió el corazón, nunca supo si de alegría, rencor o arrepentimiento. A lo lejos se había topado con una figura familiar.
Su hermano Diego estaba allí, como él, ayudando a los demás.
Se miraron a los ojos y ya no importó lo que cada uno hubiera dicho o hecho. No se hicieron reproches ni se regalaron grandes muestras de afecto. Lo importante era que volvían a estar juntos.