II Edición

Curso 2005 - 2006

Alejandro Quintana

Mil historias y un olor

Nuria Díaz, 16 años

                 Colegio Canigó (Barcelona)  

     Roma vive a las orillas del río, ahogada en la pluralidad de mil historias, cien luces, diez mil misterios y un olor. En ella se desborda el arte y se escucha el eco de las épocas doradas de la historia. Con el repique de sus campanas, cruzan el aire sonidos ya olvidados. Sí, Roma tiene un sabor nuevo pero huele a antiguo. Sus edificios, como ella misma, tienden hacia lo alto e intentan convertir las nubes en jirones de algodón. Las guías turísticas pintan mil rutas en el plano de la ciudad.

     ***

     Y allí, en el Coliseo, vive Giovanni, el mendigo ciego. Cómo llegó, nadie lo sabe. Un buen día apareció, con su barba blanca, su bolsa de tela sobre los hombros y los zapatos agujereados de tanto caminar.

     ***

     Laten las pasiones a la luz de la luna. Suena vibrante un violín, rasgando la noche en el viejo barrio del Trastévere. Y allí, en el Coliseo, Giovanni se levanta con el temblor que regalan los años, echando en mano un cayado, como en los viejos tiempos. Y despacio, muy despacio, se adentra en la oscuridad que le iguala a los demás hombres. Y despacio, muy despacio, recorre las vías romanas tras un mito, una historia y un olor.

     En el corazón de Roma, siente y vive las historias de sus semejantes, tan distintas, tan iguales. Oye el gemido de quien se acurruca en un pórtico, intentando adaptarse a las irregularidades de la piedra. Siente el amor impregnando el aire cuando los enamorados se juran amor eterno bajo los árboles de Villa Borghese. Oye el rumor de la vida, que fluye en la Fontana de Trevi. Siente cómo Roma ríe, llora, vibra y late con las leyendas de hoy y con las del ayer. Siente cómo la vida se teje al son de tantas historias. Siente, amparado por el silencio y la oscuridad que le viste, cómo el mundo rueda, como hoy, como ayer, como siempre.

     Aspira, cuando el primer sol hiere la noche, aunque él no lo vea, el olor de Roma, que rezuma desde cada piedra y cada losa, desde el mármol y la tierra. Es un olor antiguo, es aquel con el que la historia dota a quien crece con ella. Es aquel que hace recordar un pasado glorioso, un mísero ayer, un incierto mañana. Es el olor de la vida.

     Vuelto otra vez a los recovecos del Coliseo, el mendigo se convence de que el mundo sigue viviendo, sigue girando. Y cuando escucha el tintineo de las monedas que deja caer una mano generosa, susurra, dirigiéndose al aire: “El mundo sigue latiendo, la vida sigue hilando con plata su historia”

     Le toman por loco...

     Durante el día no es más que un mendigo que huye del sol, entre las ruinas del circo romano. Pero por la noche..., por la noche es un buscador que anda en pos de los mitos, de las historias y del olor de Roma.