X Edición

Curso 2013 - 2014

Alejandro Quintana

Nacho

Oreto Trapote Martínez, 16 años

                 Colegio Senara (Madrid)  

Se vio reflejada en los ojos de Nacho. Estaba más alto, más fuerte y más guapo. Se conocían desde hacía casi trece años. Eloísa acabada de llegar a Chinchón desde Madrid, era verano e iba a pasar dos semanas allí.

Se acercó todavía más a Nacho, bajo la expectante mirada de los demás chicos del pueblo y le dijo:

-Te esperaré.

Pasó una semana y Nacho no había ido a verla. Ella sabía que era algo tímido y que había perdido a sus padres dos años atrás, pero no se imaginaba que después de casi cuatro años sin verse, tardaría tanto en acercarse. Los días anteriores a su regreso Eloísa los pasó entre carta y carta de los muchachos del pueblo -que pretendían cortejarla- siempre fija en la ventana por si veía aparecer a Nacho.

A cada hora que pasaba, el corazón de Eloísa se angustiaba más. ¿Por qué Nacho no iba a verla? ¿Se le habría olvidado?... Eloísa rechazó aquella posibilidad, aún a riesgo de que fuera verdad.

-Pero… ¿Habrá otra chica en su vida?

***

Un día antes de regresar a Madrid, seguía sin noticias de Nacho. Necesitaba verle. Dieron las doce, salió de su casa y se perdió en la oscuridad hasta que llegó donde Nacho vivía. Aquella vivienda estaba a oscuras y parecía vacía Entró hasta el salón y descubrió una carta dentro de un sobre con su nombre.

A las nueve de la mañana, Eloísa iba sentada en el ferrocarril con destino Madrid. Miró por la ventana y vio, a través de sus lágrimas, el paisaje de los alrededores de Chinchón. Era bello sí, pero le faltaba algo: sus sueños se habían derrumbado la noche pasada.

Sin poder evitarlo le vinieron a la mente las últimas palabras de la carta de Nacho:

<<Aunque el cáncer me haya ganado la lucha, siempre te querré>>.