XVII Edición

Curso 2020 - 2021

Alejandro Quintana

No escribas mal 

Ainhoa Álvarez Gómez, 16 años

Colegio Senara (Madrid)

Cada generación está marcada por un lenguaje acorde a su época. Por ejemplo, hace treinta años se desconocía la palabra internet, pero ahora la utilizamos a diario. Otras han adquirido un nuevo significado, cómo es el caso de ratón, el roedor y el instrumento que usamos para mover el cursor en la pantalla del ordenador, o nube, referida no solo a la acumulación de vapor que flota en el cielo, sino al lugar virtual donde podemos guardar todo tipo de archivos informáticos. Al igual que el lenguaje evoluciona, evoluciona nuestra comunicación verbal y también la forma de redactar.

Cada día enviamos un sinnúmero de mensajes a través de Whatsapp, Facebook, Twitter… Como estos medios exigen inmediatez, acortamos las palabras y no tenemos reparo en cometer faltas de ortografía. Sin embargo, estos usos deterioran a gran velocidad nuestra forma de redactar.

En mi caso, en las redes sociales tiendo a utilizar el menor número de palabras posibles para lanzar mis mensajes. También acorto las frases cuando considero que ofrezco al receptor los suficientes elementos para que me entienda. Pero no pocos de estos me echan en cara las faltas de ortografía que abundan en mis textos, así como su mala redacción que, pese a mi creencia, dificulta la claridad de lo que quiero transmitir, lo que hubiera podido evitar con un repaso del mensaje antes de mandarlo. En consecuencia, las misivas pierden su lógica, lo que, por desgracia llega a afectarme también en los exámenes, pues me quitan décimas y hasta puntos completos a causa de errores ortográficos y abreviaciones que no son aceptables en la respuesta a una pregunta académica. 

Sé que este problema nos afecta a todos los jóvenes, aunque la culpa no sea del todo nuestra ni de la tecnología, sino de la inmediatez que nos rodea. Utilizar abreviaciones cómo td (todo), tmb (también), pq (porque) o vll (video llamada), no nos ahorra tanto tiempo como creemos frente a escribir las palabras completas. 

Releer es la manera de optimizar los mensajes, pues de ese modo podemos enmendar los errores antes de enviarlos. Sin duda, también la lectura nos ayuda a una mejor redacción de nuestros textos y a la disminución y hasta la ausencia de faltas ortográficas. De este modo, nuestra comunicación se hace más eficaz, incluso cuando hablamos, pues los buenos textos que pasan por nuestras manos terminan por reflejarse en nuestra comunicación oral. 

Deberíamos escribir siempre cómo si de un examen se tratara, porque a nadie le van a aprobar por ser simpático con los profesores. Las tecnologías, que han ayudado al deterioro del lenguaje, pueden ser también nuestras mejores aliadas si hacemos uso del corrector cómo herramienta. De hecho, los trabajos que por la pandemia he tenido que presentar de forma online tienen una mayor calidad gracias a esta función. 

Si queremos tener una buena expresión escrita, solo hace falta poner un poco de nuestra parte y utilizar todas las facilidades técnicas a nuestra disposición.