I Edición
Curso 2004 - 2005
Noche de Reyes
Laura Indart, 16 años
Colegio Miravalles, Pamplona
Un paso, dos, tres, cuatro, ¡ya!. Camino de puntillas. Un poquito más, un poquito más... Asomo la cabeza por la puerta. La escondo rápidamente. Mamá y papá duermen. No se han dado cuenta de que estoy aquí.
Me acerco al lado de papá, le doy un beso y dejo un paquetito en su mesilla. Me doy la vuelta y me dirijo hacia la cama de mamá. Camino en silencio para que no se despierten, no puedo hacer ruido. ¡Ya he llegado! Levanto la cabeza, agarro bien fuerte el regalo de mamá y lo dejo junto a su lámpara. Tengo que salir del cuarto. Me arrastro por el suelo, muy despacio, como las serpientes. Ya estoy afuera. Corro hacia mi habitación y me meto en la cama.
Me siento muy contento. Cuando mañana se despierten, papá y mamá verán sus regalos con una dedicatoria de los Reyes Magos. Así olvidarán lo que les oí hablar ayer en su habitación: decían que por qué los Reyes Magos no existirán. Decían que no es justo acabar con la alegría de los niños por razones económicas.
Sé que Melchor, Gaspar y Baltasar se habrán enfadado con ellos y no van a traerles ninguna sorpresa. Así que yo me voy a encargar de que papá y mamá se den cuenta de que están muy equivocados. Aunque el regalo sea mío, ellos no se van a enterar. Porque papá creerá que ha sido Gaspar, ya que he firmado con su nombre. Y mamá pensará que han sido Melchor y Baltasar, lo que pasa es que Baltasar no sabe escribir (me lo ha dicho hoy en la Cabalgata) y Melchor escribe por los dos.
A mí una vez me dijeron que si no crees en los Reyes, se ponen muy tristes y que quieren que todos los niños seamos sus amigos, porque los mayores se olvidan de ellos. Ahora veo que es verdad. Porque claro que existen, por más que mamá piense que los Reyes piden dinero antes de venir a vernos, para comprar los regalos, y por eso no quiere que vengan más, ya que no tiene nada que darles.
Mi madre no se da cuenta de que los Reyes son amigos de todos los niños y que pueden regalar lo que les dé la gana. Ellos hacen magia, no necesitan dinero. Yo sé que mañana, cuando me despierte, tendré algún paquete de sus Altezas Reales.
Los mayores piensan que lo saben todo. Por eso se quedan sin ilusión y sin regalos. No me extraña que los Reyes se entristezcan. Debe ser duro que alguien al que llevas queriendo desde pequeño ya no crea en ti. Si mis padres recuperaran la fe, cambiaría la situación, estoy segura, y tendrían obsequios aunque lleven muchos años sin recibirlos. Porque a los Reyes no les costaría esfuerzo perdonarles.
Como yo quiero que Papá y mamá cambien y que la Navidad sea feliz para todos, les he dejado un libro de cuentos a cada uno. Así sabrán que los Reyes son muy buenos. Desde ahora ya no veré a mamá entristecerse y preguntarse por qué no serán de verdad. Yo estoy segura de que mañana, en cuanto me despierte, tendré mi regalo esperándome. Porque yo sí puedo permitirme portarme bien. Y mis padres también, si quisieran. Cuándo dejarán de ser tan raros mis los mayores.