XVII Edición

Curso 2020 - 2021

Alejandro Quintana

Nuestra forma de querer 

XinRu Sun, 16 años

Colegio IALE (Valencia)

Cada vez que me despedía de mi padre en el aeropuerto, sabía que faltaban muchos meses para volver a encontrarnos. Mi padre quiere lo mejor para mí, y por eso decidió aceptar un trabajo en un lugar lejano aunque su decisión nos mantenga separados.

A pesar de los miles de kilómetros de distancia, nunca dejo de sentirlo a mi lado. Además, no hay día que no nos intercambiemos algún mensaje de cariño. De cuando en cuando nos vemos las caras y charlamos gracias al Facetime. Se entenderá, por tanto, el agradecimiento que siento por los inventores de las nuevas tecnologías, pues hacen posible esas conversaciones a través de la pantalla como si estuviésemos en la misma habitación.

Soy muy afortunada, porque además de un padre cariñoso tengo a mi madre, a quien le comento todo lo que me sucede en la rutina y, cómo no, en lo extraordinario. Ella no es tan expresiva como mi padre; su forma de demostrar el amor es a través de pequeños detalles, como acordarse de lo que me gusta comer y respetar mis opiniones. De pequeña pensaba que teníamos los mismos gustos culinarios, pero a medida que he ido madurando veo que ella hace un esfuerzo continuado por complacerme. Según dice, mi sonrisa le basta para ser feliz.

A pesar de su fortaleza, el pelo se le ha ido encaneciendo. A veces la veo asomarse a la ventana de su habitación con la luz apagada. Antes creía que le gustaba observar la luna, cuyo brillo he visto reflejado en las lágrimas que le nublan los ojos. Ella no sabe que la miro desde el quicio de la puerta. Su tristeza por la ausencia de papá me ha hecho saber que los héroes también tienen fragilidades, que envejecen y que llegará el momento de que intercambiemos los papeles. Entonces seré yo quien le transmita seguridad y amor.